((**Es6.311**)
Las más de las veces los alumnos no daban con
la traducción y aguardaban una explicación de don
Bosco, que no se hacía esperar:
-Hela aquí: la primera frase dice: Hombre teje,
si quieres comer. La segunda: Hila madre, yo
coseré.
Proponía otras más de las que recordamos dos:
Non est peccatum occidere patrem suum. Deus non
est in coelo. El tropel de muchachos pensaba,
preguntaba, disparataba, bromeaba y voceaba
diciendo:
-íDígalo usted, don Bosco!
El, después de obtener silencio, daba la
explicación:
-No es pecado matar al padre de los cerdos.
Dios no come en el cielo.
Palmadas y sonoras carcajadas coreaban la
respuesta.
De cuando en cuando los invitaba a recitar un
trozo de los poetas clásicos italianos,
especialmente de la Divina Comedia. ((**It6.408**)) El
mismo recitaba algún terceto y a veces un canto
entero, dando la impresión de que lo supiese todo
de memoria. Efectivamente, le gustaba mucho este
admirable poema, y durante sus paseos otoñales, lo
mismo que en las visitas a las casas de su
Congregación, sobre todo de 1874 a 1882, no dejaba
de llevarlo en la maleta para recrear su espíritu.
Las mismas reglas de la gramática latina,
puestas en versos octosílabos por el nuevo método,
a pesar de los retorcidos que eran y de su no
fácil comprensión, le servían para entretener
agradablemente a los estudiantes, particularmente
a los del tercer curso de gimnasio (bachillerato).
Repetía las estrofas, las explicaba, las hacía
repetir a los muchachos que tenían que aprenderlas
de memoria en clase. Así, aquel rato de recreo
producía útiles enseñanzas y despertaba el deseo
de sacar provecho de ellas, porque después don
Bosco no dejaba de preguntar a alguno.
Pero lo más sorprendente es que aquellas mismas
reglas, de un modo o de otro, directa o
indirectamente, le servían de conclusión para
algunos avisos suyos. Así, a un asistente que no
ponía mucho empeño en el cumplimiento de su deber,
le decía:
-Acuérdate:
En la activa, infinitivo,
te dará el imperativo.
Al observar que se produce desorden en cosas
necesarias, si no hay armonía entre quien manda y
quien obedece o también si falta
(**Es6.311**))
<Anterior: 6. 310><Siguiente: 6. 312>