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años se los encontraba, les repetía con franqueza
la misma palabra con que les había dicho al
despedirse: íel alma!, y añadía.
-íBueno, antaño eras un buen chico! Verdad?
-No sabría qué decirle...
-Y ahora sigues siéndolo?
-Ahora... sabe usted... estamos en medio del
mundo...
-Vas a confesarte?
-O también:
-Cuándo volverás a verme?
Y añadía alguna palabra en voz baja, de acuerdo
con la respuesta.
Exhortaba don Bosco también a sus Directores a
seguir este método al
encontrarse con los jóvenes, ya hombres, o que
volvían a visitar el colegio. Decirles sonriendo:
-Has cumplido el precepto pascual? -Cuándo te
has confesado?
-Pero haced estas recomendaciones sin esos
preámbulos de Quisiera decirte... Si no lo llevas
a mal... Si me lo permites... Nada de eso; lanzad
la palabra como una flecha y pasad en seguida a
otro tema. Eso deja buena impresión; de otro modo,
no. Podría añadirse: Verdad que soy curioso?, u
otra frase por el estilo, pero no más.
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