Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es6.298**) Daba a los asistentes estos avisos; -Vigilad continuamente a los muchachos doquiera se encuentren, poniéndoles casi en la imposibilidad de portarse mal; y de un modo particular por la noche después de cenar, y prevenir de este modo aun el ((**It6.391**)) menor desorden. -El sábado por la tarde o la víspera de cualquier fiesta vigílese a los muchachos al salir del estudio o de los talleres, para que no se paren o anden por escaleras, corredores y patios so pretexto de ir a confesarse; y procúrese que lleve cada uno consigo El Joven Cristiano, para prepararse y dar gracias después de la confesión. Recomendaba a todos los que ocupan un puesto de mando: -No peguéis nunca a los muchachos por ningún motivo. -No se tolere jamás la inmoralidad, ni la blasfemia, ni el hurto. Cuando haya pruebas ciertas de que un alumno es escandaloso o peligroso, remítasele al Prefecto, el cual lo alejará del Oratorio sin tardar. -Si se trata de faltas pequeñas, téngase en cuenta la ligereza de la edad juvenil. Por ejemplo, es difícil encontrar muchachos que no digan mentiras, o que no cometan pequeños hurtos de comestibles, dada la ocasión. -Cuando estáis excitados o enfadados, absteneos de reprender o corregir, para que no piensen los muchachos que obráis por pasión; esperad, incluso algunos días, hasta que se haya apagado toda indignación o cólera, o haya desaparecido aquella impresión violenta. -Asimismo, cuando hay que corregir, reprender o hacer una observación a un muchacho, procúrese llamarlo aparte y cuando no se encuentre agitado y enfadado: aguárdese hasta que esté sosegado y tranquilo; avísesele entonces y despídasele siempre con alguna buena palabra; por ejemplo, diciéndole que en adelante queréis ser su amigo y ayudarle en todo lo que podáis, etc. Y añadía: -Cuando un alumno se muestra arrepentido de una falta, perdonadle en seguida y perdonad de corazón: Echadlo todo al olvido. -Y después, que nadie diga jamás a un muchacho o a otro que ha desobedecido, que ha dicho una palabra insolente, o faltado ((**It6.392**)) de otra manera al respeto: íYa me las pagarás! Porque este lenguaje no es cristiano. -No se den castigos graves por faltas leves, pues el alumno que se considera castigado sin razón, guardará el recuerdo de ello en su corazón, y a veces también el deseo de venganza, y, si no puede vengarse, echará pestes contra aquel maestro y aquel asistente. Hay ejemplos espantosos de esos odios guardados largos años. -Cuando es inevitable castigar a un muchacho, procúrese llevarle aparte, hacerle reconocer su falta y, al mismo tiempo, darle a entender el disgusto que se experimenta al tener que castigarle. -No se impongan nunca castigos generales a toda una clase o (**Es6.298**))
<Anterior: 6. 297><Siguiente: 6. 299>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com