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del muchacho, que, bajo su experta mano, como arpa
armoniosa, despedía notas de santos propósitos.
((**It6.384**)) A
menudo eran los padres mismos quienes le
presentaban a su hijo y, al retirarse conmovidos
por el cordial recibimiento y quedarse él a solas
con el muchacho, decíale:
-Quiero de veras ser muy amigo tuyo. Sabes qué
quiero decir?
-Que usted me dará de comer.
-íNo es eso!
-Que me dará buenos consejos.
-No es eso todo.
-Que me enseñará las letras, un oficio.
Y dejaba el chico correr la imaginación para
responder.
-íNo lo olvides, los superiores de la casa y yo
te haremos todo el bien que podamos y ningún mal.
Comprendes?
-Creo que sí; pero no lo entiendo bien.
-Quiero decir que los superiores y yo haremos
todo el bien que podamos a tu alma.
Y después explicaba brevemente estas palabras.
A veces encontraba en el patio a un alumno
nuevo, al que no había visto todavía y, después de
las acostumbradas preguntas y alguna broma, seguía
diciendo.
-Quiero que seas gran amigo mío. Sabes qué
significa ser amigo de don Bosco?
-Quiere decir que sea obediente.
-Es demasiado genérica tu respuesta. Ser amigo
de don Bosco quiere decir que me tienes que
ayudar.
-A qué?
-A una cosa: tienes que ayudarme a salvar tu
alma. Lo demás me importa poco. Y sabes qué quiere
decir ayudarme a salvar tu alma?
-Quiere decir hacerme bueno.
-No es eso. Dime algo más explícito.
((**It6.385**)) -No sé.
-Quiere decir que tienes que hacer en seguida y
con diligencia todo lo que yo te mande para el
bien de tu alma.
En general los jóvenes quedaban tan
impresionados con estas palabras y tan fuera de
sí, que parecían embobados; no acertaban con la
puerta para salir de la habitación de don Bosco o
para separarse de él, si la conversación había
tenido lugar en el pórtico; e íbanse luego a un
rincón del patio a meditar en la soledad lo que
habían oído. Unos lo habían entendido todo, otros
a medias, algunos poco o
(**Es6.293**))
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