((**Es6.29**)
Pero en el Oratorio de Valdocco la solemnidad
tuvo un matiz muy especial. Don Bosco había
mandado grabar una litografía de Jesús Crucificado
y encargó la reproducción de quinientas cincuenta
((**It6.22**))
estampas al litógrafo Cattaneo, para regalárselas
a sus bienhechores. El patio apareció adornado con
los acostumbrados gallardetes y ramajes. El
veintitrés por la tarde los alumnos celebraron el
día onomástico de don Bosco con una velada
literario-musical. Se declamaron poesías y
discursitos escritos por los mismos jóvenes. El
clérigo Juan Cagliero había compuesto por vez
primera un himno, y la banda de música lo
interpretó bajo la dirección del maestro Massa.
Don Bosco dio las gracias, habló del Papa, y al
día siguiente quiso que su nombre quedara
eclipsado ante el de Pío IX.
Casi mil muchachos, entre internos y externos,
formaron filas ante la iglesia después de las
sagradas funciones litúrgicas. Los cantores, que
ya estaban preparados, ejecutaron primero una
cantata compuesta por el clérigo Juan Francesia,
alternada con pasajes recitados para expresar el
gozo que todos sentían por las muestras de amor,
las bendiciones y los dones dispensados a la
juventud por el Romano Pontífice. La primera
estrofa decía:
Al labio y al rostro, de gozo
encendidos,
lleguen los latidos de mi corazón;
que el día más bello, solemne y festivo
al balcón de oriente hoy se asomó.
Después, dos muchachos, en un diálogo en verso,
contaron el motivo de aquella fiesta tan bonita. Y
terminaron así:
íQue viva el Papa!
íViva Pío nono!
A quién dar las gracias
sino a Vos?
En las entrañas
del corazón
queda grabado
vuestro favor.
((**It6.23**)) Y el
coro respondía:
Llenos de júbilo,
llenos de fe
todos besamos
tu augusto pie.
Mañana y tarde
con gran fervor
juntos oramos
a Dios, por Vos.(**Es6.29**))
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