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((**Es6.289**) como el sol, para los que se ingeniaban astutamente para triunfar en sus proyectos. De ahí su temor de que en sus filas se ocultaran traidores y quisieran saber ((**It6.378**)) del mismo don Bosco, qué motivos le habían inducido a escribir. Así que se vio llamado por el Ministro de Gobernación. Fue recibido por un empleado del ministerio, el cual, después de manifestarle cortésmente que la carta por él escrita al Rey era, a su juicio, poco respetuosa, pasó a hablar de las profecías del Hombre de Bien. -Es usted quien las publica? -Sí señor, soy yo. -Por qué escribe esas cosas que despiertan inquietud en muchos? Qué sabe usted del futuro? Por qué quiere pasar por profeta? -Le advierto que escribo para un almanaque. -Pero de dónde ha sacado las noticias que anuncia con tanta seguridad? -He dicho algo contra la verdad? -íDe ningún modo! Yo le pregunto cómo consiguió saberlas; usted debe tener revelaciones confidenciales. -No sé qué responderle. Nadie ha venido a descubrirme secretos de Estado. Pero creo que no he hecho ningún mal escribiendo lo que he escrito. -No diga esto. Usted debe de tener algún fundamento donde apoyar sus predicciones. Seguramente habría hecho mejor no inmiscuyéndose en estos hechos y en semejantes asuntos. -íOh!, si ello es así... si yo lo hubiese sabido... tenga usted la seguridad de que no quiero causarles ningún disgusto. Por lo demás, le repito que nadie puede quedar comprometido por mi culpa. -íY qué! Pretenderá usted entonces que yo crea que lee en el porvenir? -Es dueño de creer lo que le plazca. -En conclusión, le he hecho llamar para decirle que no es ((**It6.379**)) conveniente, más aún, que es peligroso meterse en controversias, que pueden preocupar al Gobierno. -Perdone, caballero, no veo motivo de peligros y preocupaciones: o el Ministerio me cree profeta y entonces tome las medidas que pide el bien del Estado, o no me cree profeta y entonces, desprécieme. Sonrióse el funcionario y recomendándole que fuera más prudente en adelante, lo despidió. (**Es6.289**))
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