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preceptos en el Sinaí por pasatiempo? No; los dio
y quiere que se observen. Quien los observe será
bendecido por El y recibirá el premio en esta vida
y en la futura; quien los desprecie, será por El
castigado en la vida presente y condenado después
con los demonios al fuego del infierno, adonde,
quieras que no, irán a parar todos los que no
observan la ley de Dios. Perdonadme este arrebato.
Cuando hablo de religión me excito y a duras penas
si puedo apagar el fuego que arde en mí y me mueve
a hablar.
Ahora voy a anunciaros otros azotes, que temo
vengan a afligirnos este año.
Tendremos otra guerra sangrienta que, si no
derramará tanta sangre, enviará más almas al
infierno. Tendremos dos terribles enfermedades,
que no quiero nombrar y cuyos pavorosos efectos
veréis. Desaparecerán del teatro del mundo
político, junto con su gloria, dos personajes
eminentes.
Muchos padres y muchas madres no sabrán
resignarse ante la rebeldía de sus hijos, llorarán
por los disgustos que les darán, lamentarán las
discordias que ocasionarán a sus familias.
Buscarán el remedio y no encontrarán más que
veneno, pues el único remedio es la religión, que
ellos mismos descuidan.
Tendréis el vino más barato y el pan más caro.
Un pueblo quedará destruido por el terremoto,
otros serán asolados por las heladas, el granizo y
la sequía.
((**It6.377**)) Querría
deciros más cosas aún pero no me atrevo. Sólo os
digo que los males son graves, que van a comenzar
este año y que el único remedio para alejarlos o,
al menos, aligerarlos es la observancia de la
religión y la fuga del mal.
Estos son mis presentimientos. Vosotros me
diréis:
-Tú, Hombre de Bien, ya eres viejo y por eso
tienes miedo a todo, hasta cuando no hay motivo
para ello.
Y yo os respondo:
-Es verdad que por ser algo viejo, me he vuelto
miedoso como los otros viejos, mas no perdáis de
vista que el miedo de los viejos se funda en la
experiencia y la experiencia es madre de la
ciencia.
Pero deseo de todo corazón que mis profecías no
se cumplan y que al año que viene, cuando vuelva a
haceros una visita si me encuentro todavía con
vida, podáis decirme vosotros que fui mal profeta
y yo tendré la satisfacción de poder disculparme
diciéndoos que soy un profeta de Almanaque.
Después del prólogo, presentaba el Almanaque
algunos graciosos cuentos, como El regreso de un
recluta herido en Palestro, el cual describe el
valor de los piamonteses, avivado con la presencia
de Víctor Manuel y la conmoción del Rey, hasta
derramar lágrimas, al visitar al día siguiente el
campo de batalla.
Terminaba con un soneto sobre la coleta de
Gianduya.
El Almanaque no pasó inadvertido a los sabuesos
de la policía y despertó recelos en el Gobierno.
Se estaba maquinando para el año siguiente una
nueva invasión de los Estados Pontificios'y la
anexión del reino de Nápoles al Piamonte. Los
preparativos para estas expediciones estaban
envueltos en el más misterioso secreto. Las ideas
del Hombre de Bien, un tanto obscuras, para que
los ingenuos no comprendiesen, estaban tan claras
(**Es6.288**))
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