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((**Es6.288**) preceptos en el Sinaí por pasatiempo? No; los dio y quiere que se observen. Quien los observe será bendecido por El y recibirá el premio en esta vida y en la futura; quien los desprecie, será por El castigado en la vida presente y condenado después con los demonios al fuego del infierno, adonde, quieras que no, irán a parar todos los que no observan la ley de Dios. Perdonadme este arrebato. Cuando hablo de religión me excito y a duras penas si puedo apagar el fuego que arde en mí y me mueve a hablar. Ahora voy a anunciaros otros azotes, que temo vengan a afligirnos este año. Tendremos otra guerra sangrienta que, si no derramará tanta sangre, enviará más almas al infierno. Tendremos dos terribles enfermedades, que no quiero nombrar y cuyos pavorosos efectos veréis. Desaparecerán del teatro del mundo político, junto con su gloria, dos personajes eminentes. Muchos padres y muchas madres no sabrán resignarse ante la rebeldía de sus hijos, llorarán por los disgustos que les darán, lamentarán las discordias que ocasionarán a sus familias. Buscarán el remedio y no encontrarán más que veneno, pues el único remedio es la religión, que ellos mismos descuidan. Tendréis el vino más barato y el pan más caro. Un pueblo quedará destruido por el terremoto, otros serán asolados por las heladas, el granizo y la sequía. ((**It6.377**)) Querría deciros más cosas aún pero no me atrevo. Sólo os digo que los males son graves, que van a comenzar este año y que el único remedio para alejarlos o, al menos, aligerarlos es la observancia de la religión y la fuga del mal. Estos son mis presentimientos. Vosotros me diréis: -Tú, Hombre de Bien, ya eres viejo y por eso tienes miedo a todo, hasta cuando no hay motivo para ello. Y yo os respondo: -Es verdad que por ser algo viejo, me he vuelto miedoso como los otros viejos, mas no perdáis de vista que el miedo de los viejos se funda en la experiencia y la experiencia es madre de la ciencia. Pero deseo de todo corazón que mis profecías no se cumplan y que al año que viene, cuando vuelva a haceros una visita si me encuentro todavía con vida, podáis decirme vosotros que fui mal profeta y yo tendré la satisfacción de poder disculparme diciéndoos que soy un profeta de Almanaque. Después del prólogo, presentaba el Almanaque algunos graciosos cuentos, como El regreso de un recluta herido en Palestro, el cual describe el valor de los piamonteses, avivado con la presencia de Víctor Manuel y la conmoción del Rey, hasta derramar lágrimas, al visitar al día siguiente el campo de batalla. Terminaba con un soneto sobre la coleta de Gianduya. El Almanaque no pasó inadvertido a los sabuesos de la policía y despertó recelos en el Gobierno. Se estaba maquinando para el año siguiente una nueva invasión de los Estados Pontificios'y la anexión del reino de Nápoles al Piamonte. Los preparativos para estas expediciones estaban envueltos en el más misterioso secreto. Las ideas del Hombre de Bien, un tanto obscuras, para que los ingenuos no comprendiesen, estaban tan claras (**Es6.288**))
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