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((**Es6.278**) Queridos hijos míos, sabéis cuánto os quiero en el Señor y cómo me he consagrado totalmente a haceros todo el bien que puedo. La poca ciencia, la poca experiencia que he adquirido, cuanto soy y poseo, oraciones, trabajos, salud, mi propia vida, todo deseo emplearlo para vuestro servicio. Todos los días y para cualquier cosa podéis contar conmigo, pero especialmente para las cosas del alma. Por mi parte os entrego como aguinaldo a todo mí mismo; será cosa baladí, pero cuando os doy todo, quiero decir que no me guardo nada para mí. Y vamos ahora a los recuerdos. A todos en general. Haced bien la señal de la cruz; no volváis la cabeza atrás cuando ayudéis a misa; recomiendo el silencio en el dormitorio, no hagáis contratos sin permiso, dejad las lecturas malas o prohibidas. Tan pronto como uno dude de la bondad de un libro, manifieste su duda a algún superior. Espero que pondréis en práctica mis avisos y estoy tan seguro de ello que quiero acabe el año con perfecto amor y santa alegría. Por esto, os perdono falta que podáis haber cometido y también vosotros perdonaos mutuamente las ofensas que acaso hayáis recibido. Quiero que comencéis el año 1860 ((**It6.363**)) sin malhumor y sin penas. Si hay alguno con un castigo fijo, me gustaría que se le perdonase. Estoy dispuesto a borrar de un plumazo todas vuestras faltas, prometo no echárselas en cara a nadie y olvidarlas; pero me gustaría que hicierais lo mismo entre vosotros. Mas no se trata de perdonar una ofensa y a los diez o a los quince días, si se presenta la ocasión, echar en cara al que os ofendió aquella palabra, aquella falta, aquella amonetación recibida, aquel descuido. No, así no; perdonar quiere decir que se olvida para siempre. Prescindiendo de lo particular, diré a los estudiantes que procuren buscar en la ciencia terrena la del cielo, la virtud y practicarla. A los aprendices les diré que, ya que no disponen de tiempo para pensar mucho en el alma durante los días laborables, piensen en ella al menos en los días festivos oyendo bien la misa, escuchando con atención las instrucciones, recibiendo devotamente arrepentidos y confesados y habiendo recibido la sagrada comunión, visitaran el 19 de enero de cada año, a partir de las primeras vísperas hasta la puesta del sol de ese día, la iglesia erigida en honor de los Santos Mártires Mario, Marta, Audifaz y Habacuc, sita en la circunscripción parroquial del lugar llamado <>, en la Diócesis de Turín, y rogaren allí por la concordia de los Príncipes cristianos, la extirpación de las herejías y la exaltación de la Santa Madre Iglesia, indulgencia plenaria y la remisión de todos sus pecados, aplicable también, a modo de sufragio, en favor de las almas de los fieles difuntos que pasaron a la otra vida unidas en caridad con Dios. No obstante cualquier cosa en contrario. Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 20 de diciembre de 1859, año décimo cuarto de Nuestro Pontificado. Pro. Card. MACCHI I. B. BRANCALEONI CASTELLANI Permitimos publicarlo e imprimirlo. Turín, 29 de diciembre de 1859 Celestino Fissore, Vic. Gen. (**Es6.278**))
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