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vacaciones para darles con regularidad sus
lecciones, de modo que muchos de ellos alcanzaron
excelente resultado.
Asimismo preparaba a algunos de los más dotados
para la licenciatura y el doctorado; y entre los
Superiores de Congregaciones religiosas fue el
primero, y a la sazón el único en tomar esta
medida, matriculando en la Real Universidad de
Turín a sus alumnos para cursar Letras, Filosofía
y Matemáticas, como nos lo confirma el canónigo
Anfossi, que fue uno de ellos. Pero nunca los
dispensó de presentarse a los exámenes anuales de
Teología.
Con esta medida demostraba don Bosco la
necesidad de que el clero se armara con la
exigencia de las leyes, para oponerse hasta donde
fuera posible a la instrucción laica, impía y
escandalosa; tutelaba un gran número de vocaciones
eclesiásticas, demostraba frente al mundo la
importancia que daba a los estudios y preparaba la
expansión, también fuera de Turín, de su Pía
Sociedad, la cual de no ser así, no hubiera podido
seguir enseñando en el Oratorio.
Don Bosco había tomado esta determinación de
acuerdo con el Vicario General de la Diócesis,
según el testimonio de don Miguel Rúa; pero no
todos los eclesiásticos, aun algunos muy piadosos,
vieron con buenos ojos esta medida. Algunos
obispos la desaprobaban, casi condenando al buen
sacerdote por haberse doblegado a las injustas
pretensiones del Gobierno. Y ellos no permitían
que ((**It6.347**)) su
clero se presentara a tales exámenes. Pero más
tarde, considerando las consecuencias que su
opinión producía en perjuicio de las almas, se
dieron cuenta de la gran prudencia con que él
había actuado en favor de los intereses de la
Iglesia. Don Bosco los había exhortado a rendirse
ante aquella necesidad, aduciéndoles la razón de
que sin esta medida el clero perdería todas sus
escuelas; y muy pronto imitaron su ejemplo.
También aconsejó a los Superiores de varias
Ordenes religiosas que proporcionaran a sus
Centros profesores titulados de la propia orden;
al principio quedaron sorprendidos, pero más tarde
reconocieron que no se podía proceder de otra
forma. De esta manera, por iniciativa de don
Bosco, hubo muchos sacerdotes y clérigos, además
de los suyos, que alcanzaron los títulos legales
para la enseñanza clásica elemental y superior.
Para salir airoso en esta empresa no ahorró
trabajos, gastos ni disgustos. Son realmente
increíbles las dificultades que arrostró, pero a
cada obstáculo que encontraba cobraba nuevas
fuerzas.
A pesar de todo, al principio acusábase también
a don Bosco de imprevisión, porque el atender a
estos estudios, no estaba exento de
(**Es6.266**))
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