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pocos que se quedaban en el Oratorio como
colaboradores necesarios para continuar la gran
obra, y que tanto dinero y tantos trabajos habían
costado a don Bosco. Trataban de halagarlos para
que abandonaran a su bienhechor con promesas de
pensiones en el Seminario, de beneficios
lucrativos, de carreras honrosas. Para estos
enredos, hasta se aliaban con los padres de los
clérigos, y no pocas veces triunfaron en su
intento. Fueron grandes las amarguras que don
Bosco experimentó con tal motivo, y si el Oratorio
no se vino abajo fue por obra de la Santísima
Virgen.
Aquel mismo año de 1859 surgió una nueva
dificultad con motivo del servicio que el Oratorio
prestaba en las funciones de la Catedral. El
canónigo Vogliotti, rector del Seminario y
provicario, mandó llamar a don Bosco y le pidió
que se continuase aquella prestación a los
canónigos. Don Bosco aguardó unos días para
reflexionar, y después le escribió en los
siguientes términos:
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Benemérito Señor Rector:
He pensado y reflexionado sobre cómo poder
dejar libres a algunos clérigos para el servicio
religioso, según usted me habló; pero resulta que
la hora en que deberían ausentarse coincide
precisamente con la de las funciones en los
Oratorios, donde todos ellos están repartidos y
empleados.
La falta de ayuda de otros sacerdotes y de
otros clérigos es causa de que los míos estén
ocupados de la mañana a la noche atendiendo a la
catequesis, a la escuela festiva, a la asistencia
de los muchachos en la iglesia y fuera de ella, lo
mismo en esta casa que en las iglesias de
Vanchiglia y Puerta Nueva.
Me he quedado solamente con los clérigos
estrictamente necesarios. Pero, si se celebran
solemnidades para las que sean necesarios más
clérigos, con gusto me las arreglaré como pueda
para que estén libres los que le hagan falta.
El canónigo Anglesio tiene un buen número de
clérigos que no tienen el fárrago de cosas que
nosotros tenemos. Le parece bien acudir a él?
Piénselo un poco.
El señor T. Gaude habló con el clérigo Molino
para ayudar al clero de San Felipe; pero aquí
tenemos ceremonias, servicio, etc., y lo que más
pesa, es que le necesito. Por lo que le ruego
tenga a bien dispensarlo.
Le envío el certificado de buena conducta de
nuestros clérigos durante las vacaciones; y me
encomiendo para la revisión de San Cornelio 1,
mientras con la mayor gratitud me profeso.
De V. S. Benemérita.
Turín, 12 de noviembre de 1859
Su seguro servidor
JUAN BOSCO Pbro.
1 Se refiere don Bosco a su obrita de
<> con el título de Vida del
papa san Cornelio. Quiere decirle que se dé prisa
en darle una ojeada; pues, antes de imprimir una
obra, solía pasarla a otra persona, para que se la
leyera. (N. del T.)
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