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Prometió Donato hacer punto por punto lo que le
había dicho, y don Bosco añadió:
-íBueno! Tú haz lo que yo te he dicho y yo me
acordaré cada día de ti en la santa misa. Verás
como esta vez no se nos escapa Domingo Savio sin
que tú estés curado.
El mismo día que comenzó Donato a hacer su
novena, notó alguna mejoría y siguió haciendo con
más fervor las prácticas de piedad. Sus ojos
curaron del todo en pocos días y no volvió la
enfermedad.
Mientras sucedía este hecho consolador,
invitaba don Bosco a sus alumnos a hacer bien la
novena de María Inmaculada. ((**It6.318**)) No se
celebraban funciones en la iglesia, pero cada uno
procuraba honrar a la Santísima Virgen con las
obras de piedad que su propia devoción le sugería.
Don Bosco presentaba cada noche una florecilla
para practicar y daba la acostumbrada platiquita.
Don Juan Bonetti nos conservó algunas, que
copiamos a continuación, con la fecha del día en
que las pronunció el Siervo de Dios.
29 de noviembre
Un día más y llegamos al fin del mes. íYa se ha
pasado un mes del curso! íY qué deprisa! Pues
bien; así de rápidos pasarán los otros meses. Pero
al llegar cada mes a su ocaso, cuidemos que cada
uno de nosotros pueda decirse a sí mismo:
-Un mes más del que tendré que dar cuenta a
Dios; pero, por cuanto de mí dependió, hice todo
lo que pude, y la conciencia no me reprocha de
haber perdido el tiempo.
Ahora ya habéis probado vuestra fuerza en
clase. Habéis visto lo que sabéis y lo que queda
por aprender; unos estáis más adelantados y otros
más atrasados en los mismos estudios, y conocéis
lo que os falta para ocupar los primeros puestos
de la clase. Poned, pues, toda vuestra buena
voluntad, sobre todo ahora que comenzamos la
novena de María Santísima Inmaculada. Ella es
nuestra Madre y nos ama infinitamente más de lo
que puedan amarnos todos los corazones juntos de
las madres de esta tierra. Ella ama
entrañablemente a todos los cristianos, ha dado
siempre pruebas de un afecto especial a los chicos
del Oratorio. Hay miles de hechos, algunos
extraordinarios, que lo demuestran; pero, sea como
fuere, es cierto que Ella demuestra un afecto
particular a todos los que la honran. Ego
diligentes me diligo (amo a los que me aman).
Mostrad, por tanto, con vuestra buena conducta que
sois dignos hijos suyos y poned vuestros estudios
bajo su protección. Para esto cuidad de portaros
bien en esta novena.
Y de qué manera, preguntaréis, podremos honrar
a María en estos días para merecer su protección?
No os recomendaré la frecuencia de los
Sacramentos. Don Bosco no desea nada más vivamente
que esto.
Pero os sugiero dos cosas especiales para
honrar a María: 1.¦ Que cada uno ((**It6.319**)) se
decida a hacer con verdadera buena voluntad esta
novena. 2.¦ Preparar un
(**Es6.246**))
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