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((**Es6.241**) tenían permiso de usted. Por tanto, no faltó por malicia a su prohibición. ((**It6.310**)) Le pido perdón y gracia en su nombre. Estaba presente el muchacho en medio de sus compañeros con la cabeza gacha y lleno de vergüenza. Don Bosco contestó: -E... no debería haber creído las afirmaciones de los compañeros... Había oído claramente la orden que yo di... Sabía que no acostumbro mudar de parecer... No vale para disculpa la razón que se aduce. Sin embargo, por ser tú quien intercede por él, suspenderé la orden de enviarlo a su casa..., lo tendremos todavía por algún tiempo a prueba... y ya veremos. Por aquellos días pedía don Bosco al Ministro de la Guerra, general La Mármora, ropas para sus muchachos. Le fueron concedidas, pero ignoramos la cantidad. Ilustrísimo Señor Ministro: Expongo con el mayor respeto a V.S. Ilma. que cuando me veía en la necesidad de proporcionar lo necesario a más de cien jovencitos internados en la casa aneja al Oratorio de San Francisco de Sales, y también a más de mil quinientos que frecuentan los Oratorios masculinos de Valdocco, Puerta Nueva y Vanchiglia, yo acudía al Ministerio de la Guerra para obtener, a título de subsidio, algunas prendas que por su forma, o por muy gastadas, no pueden ya servir para uso de la tropa. Siempre fue acogida favorablemente la petición y ese benemérito Ministerio acudió en mi socorro. Como las estrecheces del presente año me ponen en situación más apremiante que los años pasados, me encuentro en la necesidad de recurrir a Vuestra Excelencia Ilustrísima, suplicándole tenga a bien tomar en consideración el infeliz estado de estos pobres y abandonados muchachos y concederles las prendas de vestir que les son de primera necesidad para defenderse del frío en el próximo invierno y poder de este modo seguir trabajando y ganarse el sustento con algún honesto oficio. Me limito a advertir que, dada la absoluta pobreza de éstos, se recibirá con la mayor gratitud cualquier género de vestuario ((**It6.311**)) lo mismo zapatos, que capotes, chaquetas, camisas, calzoncillos, sábanas, mantas, pantalones, aunque estén usados y deteriorados, aun cuando fueran jirones de mantas o de otra cosa, pues aquí se arreglan y se hacen servir para cubrir nuestra necesidad. Lleno de confianza en su conocida bondad, con los sentimientos de la más viva y sincera gratitud, me profeso también en nombre de estos estos muchachos. De V.S. Ilma. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. (**Es6.241**))
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