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nuevos alumnos convenía entregarlos para que
aprendieran y se ejercitaran.
Al día siguiente por la mañana llamó uno por
uno a todos los músicos rebeldes y se lamentó con
ellos de que le obligaran a ser severo. Dioles
después unos avisos para la salvación del alma y,
sin más, envió unos a su casa, otros a sus
bienhechores y recomendó los demás a diversos
dueños de talleres. Una carta de don Bosco al
barón Feliciano Ricci, de Cúneo, fechada el 3
noviembre de 1859, da razón de su proceder.
Ilustrísimo y Benemérito Señor:
He recibido con verdadero agrado su venerada
carta recomendando con su acostumbrada caridad al
joven Rossi. Este pobre muchacho, a más de otras
cosas, se comprometió con otros de esta casa,
contra mi prohibición, a ir a comer fuera de ella
en un lugar que no se puede permitir, es decir, en
un fonducho. Los mandé llamar mientras comían,
hice repetir la llamada después de la comida
porque me dolía ((**It6.309**))
demasiado tener que tomar medidas severas contra
unos veinte muchachos descarriados. Sólo cuatro de
ellos se sometieron y humillaron; los demás fueron
aún más atrevidos. Después de comer se marcharon a
rodar por la ciudad; por la noche volvieron a
cenar al mismo lugar y regresaron a casa avanzada
la noche y medio borrachos; entre estos últimos
estaba Rossi. Como ya los había amenazado s veces
con echarlos de casa, si se obstinaban, tuve que
hacerlo asi muy a pesar mio. Sin embargo, en
atención a su carta, tendré a Rossi en casa por
algunos días y veré si consigo colocarlo en otra
parte, como espero. Tocante al otro muchacho del
que me habla, trataremos el caso de palabra o le
escribiré en otra ocasión, tan pronto como estén
organizados los muchos alumnos que acaban de
ingresar.
Le agradezco con toda mi alma su generosa
limosna en favor de esta casa y le aseguro que no
dejaré de rogar al Señor para que bendiga a usted
y a su familia, mientras con la mayor estima me
profeso.
De vuestra benemérita Señoría.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Uno fue perdonado. Era experto en cocina,
barbero, blanqueador, factotum, en una palabra,
para el teatro, las fiestas y cualquier trabajo
manual.
Aquella noche cuando don Bosco acabó de hablar
con los muchachos, he aquí que el clérigo Rúa
dijo:
-Don Bosco, si usted lo permite, yo quería
defender una causa que me duele mucho.
-Y cuál es?
-El alumno Pedro E... ha sido despedido. Es
justo el castigo que se dio a los que no quisieron
obedecer. Pero el pobrecito, inexperto por su
edad, se dejó engañar por los compañeros, que le
aseguraron
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