((**Es6.168**)
iguales y con obstinación, en mantener su propio
parecer. Que nunca pretendieran ponerse por
modelos diciendo: <>, al oír contar algo no vituperable del
prójimo. Que no contradijeran al que manifiesta
sus propios sentimientos. Que escucharan sin
muestras de aburrimiento, antes al contrario
demostrando interés, cuando alguien repite un
suceso, que ya contó otras veces, como si fuera
una novedad, y tener esa atención especialmente
con los ancianos; no permanecer siempre mudos en
una conversación entre amigos, no interrumpir a
quien habla, ni responder sin ser preguntado, y
templar y moderar siempre la respuesta con las
palabras: me parece o pienso que; no dando nunca
una sentencia absoluta, cuando no se trata de una
verdad religiosa. En las cuestiones de diversos
pareceres no levantar la voz muchos a la vez,
porfiando por sobresalir unos sobre otros, sino
más bien esperar el turno para abrir la boca.
Cuando un alumno olvidaba sus avisos, don Bosco
tenía un método especial de corregir y dar una
lección. Si el que hablabla con él cometía un
error gramatical, le dolía que los presentes lo
criticaran o se burlasen, y entonces él le
respondía procurando meter en la respuesta la
palabra errada corrigiéndola sin hacer la menor
observación, de modo que uno y otros entendían.
En cierta ocasión exponía don Bosco sus
pensamientos a un grupo de clérigos veteranos
acerca de algunas medidas que se iban a tomar.
Hubo uno, que apenas oyó de qué se trataba, dijo
con poca cortesía: que era una idea inoportuna en
grado superlativo, y que presentaba dificultades
insuperables. Sin alterarse, preguntóle don Bosco:
-Quid est hyperbole? (qué es hipérbole?)
Todos se echaron a reír, pero don Bosco no
añadió palabra; ((**It6.213**)) quería
tal vez dar a entender a aquel tal que, mientras
se tratara únicamente de figuras gramaticales o de
cuestiones literarias, podía ser juez competente.
Fue una palabra enigmática, pero graciosa para no
mortificar a quien hacía una objeción imprudente.
Cuando alguno emitía proposiciones equivocadas,
tocante a ciencias o a historia, él, con toda
calma, hacía señas de desaprobación y replicaba:
-Tu es magister in Israel et haec ignoras?
(Eres maestro en Israel e ignoras esto?).
Pero no decía una palabra que pudiese dejar mal
al interlocutor.
Recomendaba que, antes de hablar, se pensase
dos veces lo que se tenía que decir, recordando la
sentencia del Eclesiástico: En la
(**Es6.168**))
<Anterior: 6. 167><Siguiente: 6. 169>