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Hay que reconocer este deber del sacerdote para
recolectar muchas mieses. Ya está escrito en el
capítulo dieciséis de los Proverbios: <>.
Puede contarse entre las conferencias la clase
de ceremonias litúrgicas a los clérigos. La
inauguró don Bosco en persona y la continuó por
algún tiempo el teólogo Juan Bautista Bertagna.
Hacia 1857 se encargó de ella el reverendo
Gherardi, teniente cura de Santa María, que se
brindó él mismo a darla porque los clérigos del
Oratorio habían sido agregados al clero de su
parroquia, donde acudían en las fiestas solemnes
para prestar servicio en las sagradas funciones.
Cuando tenía tiempo libre, también enseñaba a
ayudar a la misa rezada a los muchachos internos,
aun cuando había otros maestros encargados de
prepararlos para este nobilísimo servicio. Pues
don Bosco quería que todos sus alumnos ayudaran a
misa y supieran ayudarla bien. Los clérigos
apreciaban a los reverendos Bertagna y Gherardi
por su amabilidad y la admirable exactitud de su
enseñanza, y más de uno de los antiguos nos
contaba cómo corrían afectuosamente a su encuentro
para besarles la mano cuando llegaban al Oratorio.
A Gherardi le sucedió nuestro queridísimo
compañero don José Rocchietti, que continuó hasta
1862, cuando tuvo que salir, muy a pesar suyo, del
Oratorio por su delicada salud.
Se encargó entonces de las ceremonias don Juan
Cagliero y después don José Bongiovanni, cuya
labor continuaron otros más tarde.
((**It6.209**)) Don
Bosco empezó también a dar una conferencia los
miércoles por la tarde a los muchachos estudiantes
para que, a medida que adelantaban en los
estudios, no descuidaran los otros deberes, y,
como no podía darla personalmente con regularidad,
rogaba a diversos sacerdotes amigos suyos que lo
suplieran. Durante el curso 1856-57, le suplió el
padre Casassa, sacerdote venerable por su edad y
sus virtudes y director de las Hermanas de Santa
Ana. Daba su conferencia los viernes, siempre
revestido con roquete y estola, en la sala de
estudio y, más a menudo, en la capilla de san
Luis. Trataba del pecado, de la virtud y de los
sacramentos. Su conferencia moral resultaba muy
agradable a los muchachos y no duraba más de media
hora. Predicó además los domingos por la tarde
hasta 1863, alternando con el teólogo Borel y el
canónigo Borsarelli.
En el curso 1857-58, a fin de que los
estudiantes cantaran los
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