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siempre alguno de vosotros y algunos de los
mejores muchachos ante el Santísimo Sacramento.
Esta noche, si obtengo la gracia que necesitamos,
os explicaré la razón de esta oración.
>>Cumplimos su orden y estuvimos rezando hasta
las tres. Al anochecer volvió don Bosco tranquilo
y sereno como cuando salió al mediodía. Y dijo
respondiendo a nuestras ((**It6.176**))
importunas y curiosas preguntas:
>>-Hoy a las tres expiraba el plazo para
liquidar diez mil liras al librero Paravía: de no
cumplirlo se ocasionaban graves daños para él y
para el Oratorio. Urgía también saldar otras
deudas que tenemos con distintos acreedores y que
no admiten dilación; suman éstas otras diez mil
liras. Salí en busca de providencia, sin saber a
dónde dirigirme. Al llegar al santuario de Nuestra
Señora de la Consolación entré y rogué a la
Santísima Virgen que tuviera a bien consolarme y
no me abandonase en aquel trance. Volví a la calle
y anduve de un barrio a otro desde la una hasta
las dos, en que llegaba a una callejuela, junto a
la iglesia de santo Tomás, que sale a la calle del
Arsenal. Se me acercó un hombre bien trajeado y me
dijo:
>>-Si no me equivoco, usted es don Bosco.
>>-Sí, en qué puedo servirle?, respondí.
>>-Mire, precisamente iba en su busca y, de no
haberle encontrado, hubiera tenido que ir hasta el
Oratorio. Me ahorra un paseo. Mi amo me ha
encargado entregarle este sobre.
>>-Y qué contiene?
>>-No lo sé, dijo el criado.
>>Lo abrí y me encontré con acciones de la
deuda pública.
>>-Quién envía estas acciones?, pregunté.
>>-No debo decirlo... y ahora mi recado está
cumplido. Que usted siga bien.
>>Y sin más se fue. Entonces me dirigí a casa
de Paravía, examiné el paquete de acciones y
encontré suficiente dinero para pagarle a él las
diez mil liras por la impresión de las Lecturas
Católicas, y también para cumplir con los otros
compromisos urgentes. íHijos míos! íQué grande es
la divina Providencia! íCuánto nos quiere! íQué
agradecidos debemos estarle! íSed siempre buenos!
Amad siempre al Señor, no le ofendáis nunca y El
no dejará que nos falte lo necesario.
((**It6.177**))
>>Veíamos en aquel instante que su rostro era más
radiante que de ordinario, su voz más afectuosa y
suave, no tanto por la alegría y la maravilla,
cuanto por gratitud y amor a Dios. Y nosotros
también estábamos sorprendidos de estupor y
agradecimiento y crecía nuestra admiración hacia
nuestro buen padre.
(**Es6.141**))
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