Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es6.141**) siempre alguno de vosotros y algunos de los mejores muchachos ante el Santísimo Sacramento. Esta noche, si obtengo la gracia que necesitamos, os explicaré la razón de esta oración. >>Cumplimos su orden y estuvimos rezando hasta las tres. Al anochecer volvió don Bosco tranquilo y sereno como cuando salió al mediodía. Y dijo respondiendo a nuestras ((**It6.176**)) importunas y curiosas preguntas: >>-Hoy a las tres expiraba el plazo para liquidar diez mil liras al librero Paravía: de no cumplirlo se ocasionaban graves daños para él y para el Oratorio. Urgía también saldar otras deudas que tenemos con distintos acreedores y que no admiten dilación; suman éstas otras diez mil liras. Salí en busca de providencia, sin saber a dónde dirigirme. Al llegar al santuario de Nuestra Señora de la Consolación entré y rogué a la Santísima Virgen que tuviera a bien consolarme y no me abandonase en aquel trance. Volví a la calle y anduve de un barrio a otro desde la una hasta las dos, en que llegaba a una callejuela, junto a la iglesia de santo Tomás, que sale a la calle del Arsenal. Se me acercó un hombre bien trajeado y me dijo: >>-Si no me equivoco, usted es don Bosco. >>-Sí, en qué puedo servirle?, respondí. >>-Mire, precisamente iba en su busca y, de no haberle encontrado, hubiera tenido que ir hasta el Oratorio. Me ahorra un paseo. Mi amo me ha encargado entregarle este sobre. >>-Y qué contiene? >>-No lo sé, dijo el criado. >>Lo abrí y me encontré con acciones de la deuda pública. >>-Quién envía estas acciones?, pregunté. >>-No debo decirlo... y ahora mi recado está cumplido. Que usted siga bien. >>Y sin más se fue. Entonces me dirigí a casa de Paravía, examiné el paquete de acciones y encontré suficiente dinero para pagarle a él las diez mil liras por la impresión de las Lecturas Católicas, y también para cumplir con los otros compromisos urgentes. íHijos míos! íQué grande es la divina Providencia! íCuánto nos quiere! íQué agradecidos debemos estarle! íSed siempre buenos! Amad siempre al Señor, no le ofendáis nunca y El no dejará que nos falte lo necesario. ((**It6.177**)) >>Veíamos en aquel instante que su rostro era más radiante que de ordinario, su voz más afectuosa y suave, no tanto por la alegría y la maravilla, cuanto por gratitud y amor a Dios. Y nosotros también estábamos sorprendidos de estupor y agradecimiento y crecía nuestra admiración hacia nuestro buen padre. (**Es6.141**))
<Anterior: 6. 140><Siguiente: 6. 142>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com