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CAPITULO XIV
DON BOSCO INSTRUMENTO EN LAS MANOS DE DIOS -SU
CONFIANZA EN LA DIVINA PROVIDENCIA Y SU ABANDONO A
ELLA -LOS MUCHACHOS INVITADOS A REZAR PARA ATENDER
A LAS NECESIDADES MATERIALES DEL ORATORIO -EFECTOS
MARAVILLOSOS DE LA ORACION -LIMOSNAS GENEROSAS Y
PROVIDENCIALES DE LOS RICOS -OFERTAS DE LOS
POBRECITOS -ALGUNOS HECHOS
LA espléndida generosidad de don José Cafasso con
el Oratorio no sólo se inspiraba en su ardiente
amor de Dios y del prójimo, sino también en la
persuasión de que cooperaba a una empresa que
duraría siglos; por esto quiso tener todo el
mérito de la compra de la Casa Pinardi, poniendo
de este modo los cimientos de un edificio que
llegaría a ser mundial. Conocía las rectas
intenciones, la fidelidad de su discípulo a los
designios de la Divina Providencia y estaba seguro
de que correspondería plenamente a su vocación.
Admiraba sobre todo en él la firmísima confianza
de obtener de Dios todos los auxilios necesarios
para llevar a cabo sus grandes obras de religión y
de caridad.
En efecto, una vez que don Bosco emprendía una
de estas obras, ya no la abandonaba, aunque
careciera de los medios requeridos por la
prudencia humana, ni aunque se presentaran
dificultades, ni frente a juicios y opiniones
contrarias, la maldad o las burlas de los ((**It6.171**))
hombres, ni por las desgracias o los contratiempos
que ocurrieran. Nunca dudó de que Dios acudiría a
socorrerle; y hasta en los mayores aprietos,
repetía alegre y tranquilo:
-Dios es un buen padre, que provee a los
pájaros del aire, y ciertamente no dejará de
proveer a las necesidades de la Institución.
Y solía dar la razón de su confianza:
-Yo no soy más que un humilde instrumento de
estas obras; el autor es Dios. Y corresponde al
autor, que no al instrumento, proveer los medios
para sostenerlas y llevarlas a feliz término. El
lo hará cuando y como mejor le plazca; a mí sólo
me corresponde ser dócil y flexible en sus manos.
En consecuencia no se angustiaba ante el
porvenir; y si un bienhechor
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