((**Es6.135**)
Al tiempo que don Bosco defendía de este modo
el reino de Dios y hacía volver muchas almas a la
Iglesia, Dios daba a su Oratorio una estabilidad
cada vez mayor por medio de don José Cafasso. El
padre Pagani, superior del Instituto de la
Caridad, le había pedido reembolsase las veinte
mil liras prestadas por el abate Rosmini,
juntamente con la parte de los intereses
vencidos y aún no pagados. Declaró don Bosco que
devolvería el capital, pero en cuanto a los
intereses afirmó que el abate Rosmini, poco antes
de morir, habíale dado a entender que no quería
hablar más de ellos. Añadió que el difunto padre
Gilardi no había insistido sobre el pago de los
mismos, por cuanto conocía los motivos que habían
inclinado al Superior a aquella condonación.
El padre Pagani dio entonces a conocer a don
Bosco la situación que atravesaba su Instituto y
él aceptó el arreglo que se le proponía.
El día 11 de marzo de 1859, con escritura
otorgada ante el notario Turvano don Bosco y don
José Cafasso entregaron quince mil liras al
teólogo ((**It6.168**))
Bertetti como saldo de la deuda que tenían con el
abate Antonio Rosmini, por el préstamo hecho por
dicho abate para la compra de la finca Pinardi. La
escritura advierte que don Bosco extinguía la
deuda con dinero común con don José Cafasso. Poco
antes se habían pagado cinco mil liras. El campo
de los sueños seguía siendo propiedad de los
Rosminianos.
Todavía hubo alguna discusión de poca monta con
el encargado de negocios del Instituto de la
Caridad, según se deduce de una carta de don
Bosco, que da fe de lo lejos que andaba de los
pleitos.
Al apreciadísimo señor José Zaiotti, del
respetable Instituto de la Caridad.- STRESA.
Apreciadísimo Señor:
Que el Señor nos dé la santa virtud de la
paciencia. Su carta me proporcionó gran disgusto.
Singularmente por las palabras amenazadoras de
acudir a medios legales por las cien liras con las
que le pareció haber incurrido en error. Tuve que
suspender mis ocupaciones y dedicar bastante
tiempo a este asunto. Ante todo debo anticiparle
que hace dieciocho años que trato asuntos con el
Instituto de la Caridad y jamás hubo sombra de
sospecha ni de enfriamiento; antes bien, el
llorado don Carlos Gilardi, siempre de grata
memoria, hacía de secretario para mí y para él, y
yo me remitía a las cuentas que me daba sin hacer
observaciones de ninguna
clase. Estas cuentas quedaron ajustadas el 10 de
julio de 1857; y usted habla de una carta mía con
fecha 10 de febrero de 1855, según la cual se
cometió un error. Sería lo mismo que decir que don
Carlos y yo habíamos hecho las cuentas a tontas y
a locas; puesto que generalmente éstas se
ajustaban estando los dos presentes y poníamos el
(**Es6.135**))
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