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((**Es6.115**) pondrán dificultades. Ya he enviado los nombres de cinco de sus alumnos a la oficina de reclutamiento y tienen su número de matrícula. Ahora no queda más que hablarles una vez más, entregar a cada uno su propio número y el asunto queda terminado. -Mejor aún; hagamos así: dígame su nombre y apellido y su domicilio de usted aquí en Turín. Yo envío inmediatamente esos jóvenes a su casa y comunico a sus padres que se pongan en relación directa con usted. Por tanto, desde este mismo momento queda usted en completa libertad, al cesar el motivo que le induce a permanecer por más tiempo en esta casa. -Pero, ni siquiera puedo hablar una vez a estos jóvenes? -Ni una vez siquiera. Y ahora mismo voy a dar las órdenes oportunas para que los jóvenes vayan a las clases y a los talleres, y apenas se hayan retirado, su señoría puede marcharse. -Pero sepa usted que sus jóvenes son amigos de Garibaldi y quisieran... -También yo soy amigo de Garibaldi y pido a Dios que pueda encontrarse tranquilo y en su gracia en punto de muerte. En el intervalo los muchachos salieron del patio. Don Bosco acompañó al intruso hasta la portería, lo saludó cortésmente ((**It6.142**)) y dio orden al portero de no dejarle entrar más en casa ni permitirle hablar con nadie. Sin embargo, como en el Oratorio se había despertado un poco de excitación y se hablaba de amor patrio, de guerra y de voluntariado, don Bosco mandó llamar a los jóvenes comprometidos. No los riñó, sino que les dijo con calma: -Ya no deseáis permanecer en el Oratorio, pues queréis alistaros como voluntarios. Pues bien, como vuestros padres os confiaron a mí, podéis volver a vuestras casas. Yo no me opongo a vuestra intención: presentaos a ellos, exponedles vuestro deseo y haced lo que ellos os indiquen. Y les dio prisa para que salieran en seguida. -Pero así quedamos expulsados del Oratorio?, decían los jóvenes. -No os echo, replicó don Bosco; id únicamente a consultar a vuestros padres y, si después queréis volver, escribid sobre este asunto y veré qué se hace. Pero ícuidado!, no volváis antes de haber recibido una carta de ingreso; porque, para volver a entrar se requiere una nueva aceptación formal. Aquellos muchachos tuvieron que salir. De no haber tratado bien don Bosco a aquel comisario de reclutamiento, (**Es6.115**))
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