((**Es6.106**)
<>.
Después de clase tomó todavía parte en el
recreo de la merienda, fue luego al salón de
estudio quejándose con el chico Pablo Albera, de
que crecía el grano del labio y le dolía mucho.
Por la noche le vino fiebre y, a la mañana
siguiente, no se levantó ((**It6.130**)) de la
cama. A Pedro Enría, que le llevó una tacita de
caldo, le pareció que aquello no tenía
importancia. Pero don Bosco mandó a toda prisa
llamar al médico. Habiendo comprobado éste que se
trataba de carbunclo en la boca, lo hizo llevar
inmediatamente al hospital Mauriciano. A pesar de
todos los cuidados, Berardi fallecía, totalmente
desfigurado, un día después, nueve de febrero,
precisamente antes de que pasara un mes tras la
muerte de Magone y antes del Carnaval, según el
anuncio que don Bosco había dado el último día de
1858.
Don Miguel Rúa es uno de los doscientos
testigos del cumplimiento de estas predicciones.
Le tocó a don Bosco por aquellos días tener que
asistir a un tercer duelo. Había estado varias
veces en Carignano, hasta con un grupo de sus
cantores. El párroco don José Capriolo, el clero y
los vecinos le apreciaban mucho. Lo mismo sucedía
con la familia del senador conde de Mola de
Larissé, que siempre recordaba con pesar que don
Bosco no pudo aceptar el cargo de preceptor de sus
ilustres hijos por haberle destinado don José
Cafasso al Hospitalillo de la marquesa Barolo.1
Pero atraíale a aquella ciudad sobre todo su
amistad con don Miguel Angel Chiatellino. Habiendo
fallecido el
1 Ilustrísimo Señor Conde:
Quisiera poder aclarar con palabras
suficientemente significativas a Vuestra Señoría
Ilustrísima cuánto me pesa no poder atender a mi
querido Luis en estos días especialmente, en los
que se hace cada vez más inminente su examen. Le
aseguro que este pensamiento agrava cada día más
mi dolencia, y me encuentro ahora sumido en una
languidez tal, que me quita gran parte de las
fuerzas físicas y morales...
(**Es6.106**))
<Anterior: 6. 105><Siguiente: 6. 107>