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dos folletos de septiembre que salían en un
volumen anónimo titulado: El ((**It5.120**))
comercio de las conciencias y de la agitación
protestante en Europa. Leíase en él:
<>No están de buena fe los pastores, los
catequistas, los misioneros protestantes, ya sea
en razón del monstruoso principio del libre
examen, que niega la infabilidad del Papa y de la
Iglesia, mientras se la reconoce a cualquier
infeliz, aunque no sepa leer; ya sea porque su
único móvil es el de los altos sueldos con que son
retribuidos. Su finalidad no es la de convertir a
los malos, sino la de corromper a los ingenuos e
incautos y rebelarlos contra la verdad. Satanás,
el que engañó a nuestros primeros padres en el
paraíso terrenal, es su modelo; copian su astucia,
convencidos de lo pérfido de su misma
ignorancia>>.
A pesar de ello, los malvados no se cansaban de
inventar nuevas armas contra don Bosco. Se lee en
Armonía del 17 de octubre:
<((**It5.121**)) y que,
como ya era tarde, le pedía hospedaje. El buen
párroco aceptó los libros, le dio tres liras,
poniendo su nombre y la cantidad que daba sobre el
libro que el simpático joven le presentaba, pero
se negó, con un buen pretexto, a darle
alojamiento.
>>El párroco, ya en su casa, abrió uno de los
libros y cuál no sería su asombro, al ver que los
libros distaban mucho de ser buenos. Sólo entonces
comprendió que había sido burlado por un granuja,
que vive a costa del dinero robado a los párrocos
y de la reputación de don Bosco. Sirva de aviso a
quienes interesa>>.
(**Es5.97**))
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