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((**Es5.88**) -Querido don Bosco, respondió Cagliero, prefiero lo que más me convenga. A ti te convendría, sin duda, ir ahora mismo al paraíso, dados tus años. Pero todavía no es ((**It5.107**)) tu hora: el Señor no quiere que mueras ahora. Hay mucho que hacer todavía: sanarás, y, de acuerdo con tu deseo de siempre, vestirás la sotana... llegarás a ser sacerdote y después... y después... Al llegar aquí don Bosco se paró y quedó un rato pensativo. -...y después, con el breviario bajo el brazo, tendrás que dar muchas vueltas y harás que muchos otros lleven también su breviario... En fin, tienes mucho que hacer antes de morir!... e irás lejos, lejos... Y calló, sin decirle adónde tendría que ir. -Si es así, exclamó Cagliero, no hace falta que me prepare para recibir los sacramentos. Tengo tranquila mi conciencia. Aguardaré a confesarme cuando me levante y lo haré junto con mis compañeros. -Así sea, contestó don Bosco; puedes esperar a levantarte. Y no le confesó, ni se volvió a hablar más de sacramentos in artículo mortis. Desde aquel momento, Cagliero ya no se preocupó de nada y, a pesar de la gravedad, tuvo la firme confianza de sanar. Efectivamente, pronto mejoró y entró en franca convalecencia. Pero, cuando parecía superado todo peligro, sus parientes le enviaron en el mes de septiembre una cestita de uvas, las comió vorazmente creyendo no le harían daño, recayó y, de nuevo, se puso en las últimas. Hubo que avisar a su madre para que volviese a verlo, puesto que la enfermedad del hijo había tomado un giro peligroso, y ella se apresuró a volver de Castelnuovo. Apenas entró en la habitación, y vio a su hijo en aquel estado, exclamó dirigiéndose a las personas que le atendían: -íCómo está mi Juan! A lo que veo todo ha concluido. Pero Juan, para demostrar ((**It5.108**)) su alegría por la vuelta de su madre, empezó a decirle, que pensara en comprarle la sotana y todo lo demás, para el día de la toma de hábito. La buena madre creyó que su hijo deliraba y dijo a don Bosco recién entrado: -íAy, don Bosco! Verdaderamente mi hijo está mal. Delira y me habla de vestir la sotana y dice que le prepare todo lo necesario. Y don Bosco replicó: -No, mi buena Teresa, su hijo no delira; tiene razón; prepárele todo lo necesario para tomar los hábitos; tiene todavía mucho que hacer y no quiere morirse. (**Es5.88**))
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