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((**Es5.78**)((**It5.92**)) CAPITULO X SERENIDAD DE DON BOSCO E INTREPIDEZ DE LOS JOVENES PARA ASISTIR A LOS APESTADOS -LAZARETOS Y PEDRADAS -DIVERSAS ANECDOTAS EN CASA DE LOS ENFERMOS -DON BOSCO LLEVA UN APESTADO A LA ENFERMERIA -NUEVO LLAMAMIENTO Y NUEVOS ENFERMEROS -LA VIRGEN CURA A LA MADRE DEL CLERIGO FRANCESIA DON Bosco había sido nombrado Director espiritual de un lazareto en la parroquia de Borgo Dora, emplazado donde ahora se halla el asilo de San Pedro y en una casa contigua. El y don Víctor Alasonatti estaban siempre dispuestos para acudir a donde quiera se los llamase. Se alternaban, para que uno de ellos estuviera siempre en casa, pero a veces salían los dos. No se preocupaban de la comida, del sueño y del descanso. Don Bosco se arrojaba al peligro sin tomar precauciones contra el contagio. La prímera vez que fue al lazareto se lavó con agua de cloruro, como todos los demás que entraban en aquel lugar; pero después no quiso sujetarse a aquella precaución para no perder tiempo. Velaba día y noche. Durante ((**It5.93**)) mucho tiempo no descansó más que una o dos horas en un sofá o en un sillón. Ni hablar de dormir en la cama. Iba y venía de aquí para allí continuamente con los mayorcitos a donde sabía que había apestados, llevando medicinas, limosnas y ropa. Entraba en todas las casas en que había enfermos, pero no podía detenerse mucho tiempo, porque eran muchos los que necesitaban su ministerio sacerdotal. Si veía que no había nadie para la asistencia material, dejaba allí o mandaba después a uno de sus muchachos, los cuales pasaban noches enteras junto al lecho de los enfermos. Con su amable serenidad los animaba, alabando su buena voluntad, y jamás soltó palabras que acusaran la menor impaciencia. Asistía el clérigo Francesia, pasada ya la media noche, a un enfermo en una casita, que estaba donde ahora se levanta la tapia del patio y llamó a don Bosco, llegado hacía muy poco. Corrió éste inmediatamente, pero el infeliz ya había muerto. Mas no se quejó de haber tenido que levantarse inútilmente a aquella hora, ni riñó al joven (**Es5.78**))
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