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un edificio en iglesia 1 con la facultad de
celebrar en ella todas las funciones necesarias
para santificar los días de fiesta e instruir a
los muchachos que acudían cada día en mayor
número. Allí fue, en varias ocasiones, el
Arzobispo para administrar el Sacramento de la
Confirmación.
En el año 1846 concedió que todos los que
acudían a aquella institución podían ser admitidos
en ella a recibir la Primera Comunión y cumplir
con el precepto pascual, y permitió se cantara la
santa misa, se hicieran triduos y novenas, siempre
que se creyera oportuno.
Todo esto duró hasta 1847 en el llamado
Oratorio de San Francisco de Sales.
Aquel año, habiendo aumentado los muchachos y
habiéndose quedado pequeña la iglesia actual,
siempre con autorización eclesiástica, se abrió un
nuevo Oratorio en otra barriada de la ciudad, en
la calle de los Plátanos, en Puerta Nueva,
dedicado a San Luis Gonzaga, con el mismo fin que
el anterior. Insuficientes también estos dos
locales, el año 1849 hubo que abrir otro en
Vanchiglia, con el título del Santo Angel
Custodio. Los tiempos que corrían eran difíciles
para la religión y el Superior Eclesiástico, con
muestras de gran bondad, aprobaba el reglamento de
dichos Oratorios y nombraba director jefe al
sacerdote Bosco, concediéndole todas las
facultades que pudieran ser necesarias y oportunas
para tal finalidad.
Muchos obispos adoptaron el mismo estilo de
reglamento e introdujeron en sus diócesis estos
Oratorios festivos. Pero se presentó una grave
necesidad en dichos oratorios. Algunos muchachos
de cierta edad no podían ser instruidos sólo con
el catecismo dominical y hubo que abrir escuelas y
catequesis diurnas y nocturnas. Es más, como
algunos de ellos se encontraban totalmente pobres
y abandonados de todos, fueron recogidos en una
casa para alejarlos de los peligros, instruirlos
en la religión y prepararlos para trabajar. Todo
lo cual se sigue realizando todavía, especialmente
en Turín en la casa aneja a dicho Oratorio, donde
los internados casi llegan a doscientos. También
se hace lo mismo en Génova, en la obra llamada de
los Artesanitos, donde es Director el sacerdote
Francisco Montebruno; los internados allí son
cincuenta. Con las reuniones de muchachos que se
tienen en los Oratorios festivos, con las clases
diurnas y nocturnas y con el creciente número de
los que se iban internando, la mies del Señor se
ha hecho muy abundante. Por lo cual, para
conservar la unidad de espíritu y de disciplina,
de lo que depende el éxito de los Oratorios, a
partir del año 1844, se juntaron algunos
eclesiásticos para formar una especie de Sociedad
o Congregación ayudándose mutuamente con el
ejemplo ((**It5.933**)) y la
cultura. No hicieron voto alguno, sino que se
limitaban a la simple promesa de trabajar en todo
lo que juzgaran para mayor gloria de Dios y
provecho de su alma. Reconocían por superior al
sacerdote Juan Bosco. Aunque todavía
1 Dos habitaciones de alojamiento destinadas a
los sacerdotes directores del Refugio, y en 1845
el Oratorio se trasladó a Valdocco, casa Pinardi,
donde todavía existe.
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