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APENDICE
PRIMERAS REGLAS DE LA PIA SOCIEDAD DE SAN
FRANCISCO DE SALES PRESENTADAS POR DON BOSCO A PIO
IX EN 1858
EN todo tiempo se han cuidado los ministros de la
Iglesia de trabajar, según sus posibilidades, para
promover el bien espiritual de la juventud. De su
buena o mala educación depende el buen o mal
porvenir de las costumbres en la sociedad. El
mismo Divino Salvador nos dio, de hecho, pruebas
evidentes de esta verdad, mientras cumplía en la
tierra su divina misión, invitando a los niños con
particular afecto, a acercarse a él. Sinite
parvulos venire ad me. Los obispos y sobre todo
los Sumos Pontífices, siguiendo las huellas del
Pontífice eterno, el divino Salvador, cuyas veces
hacen en la tierra, promovieron en todo tiempo, de
palabra y por escrito, la buena educación de la
juventud y favorecieron de un modo especial las
instituciones que dedican sus cuidados a esta
parte del sagrado ministerio. Pero en nuestros
tiempos esta necesidad es mucho mayor. El descuido
de muchos padres, los abusos de la prensa, los
esfuerzos de los herejes para procurarse secuaces,
muestran la necesidad de unirnos para combatir
juntos por la causa del Señor bajo el estandarte
el Vicario de Jesucristo, para conservar la fe y
las buenas costumbres, sobre todo en aquellos
jóvenes que, por ser pobres, están expuestos a los
peligros de su eterna salvación. Este es
cabalmente el fin de la Congregación de San
Francisco de Sales, iniciada en Turín en 1841.
ORIGEN DE ESTA SOCIEDAD
Desde el año 1841, el sacerdote Juan Bosco se
unió a otros eclesiásticos para reunir en locales
apropiados a los muchachos más abandonados de la
ciudad de Turín, a fin de entretenerlos y darles
al mismo tiempo el pan de la palabra de Dios. Todo
se hacía de acuerdo con el autoridad eclesiastica.
El Señor bendijo estos sencillos inicios; la
afluencia ((**It5.932**)) de
chicos fue muy grande y el año 1844 S.E. Monseñor
Fransoni concedió transformar
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