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prueba, las reglas que le había presentado; y le
exhortó, por segunda vez, a escribir
detalladamente las cosas sobrenaturales que le
había contado, aún las de menor importancia, pero
que guardaban relación con la primera idea sobre
los Oratorios: insistió en que, el conocerlas
sería de grandísimo estímulo, en el futuro para
quienes formaran parte de la nueva Congregación.
Mientras hablaba, entró un cardenal para someter a
su firma algunos papeles y Pío IX cortó sus
palabras y despidió a don Bosco diciéndole:
-Acordaos de lo que os he dicho.
Al día siguiente, firmaba el Papa de su puño y
letra los Rescriptos y se los hacía entregar a don
Bosco; 1 el cual, iluminado con los consejos y
animado con las palabras del Vicario de
Jesucristo, durante los días que aún permaneció en
Roma, retocaba las reglas de la Pía Sociedad de
San Francisco de Sales, y quitaba unas y ponía
otras para que, en sustancia, quedaran conforme a
los sentimientos de Pío IX.
((**It5.911**)) Las
hizo volver a copiar al clérigo Rúa, las llevó al
eminentísimo cardenal Gaude, quien las leyó
bondadosamente por entero, ya que el Papa se había
dignado encomendarle aquel encargo por el que
tanto se interesaba. El ya conocía el Oratorio,
que había visitado el año anterior, como hemos
dicho; por lo cual don Bosco tuvo con él algunas
entrevistas a este propósito, oyó sus sabias
reflexiones y consejos, y convinieron en que se
practicaran las reglas durante algún tiempo, tal y
como se hallaban corregidas, y al fin fueran
enviadas de nuevo a su Eminencia quien las
presentaría a la Santa Sede para su aprobación.
Mientras tanto don Bosco ya se había preocupado
de enviar a Turín el rescripto de las indulgencias
obtenidas con el intento de promover el canto de
las canciones sagradas entre el pueblo cristiano,
y un anuncio de la bendición del Santo Padre para
los colabora
1 Beatísimo Padre:
El sacerdote Juan Bosco, postrado a los pies de
Vuestra Santidad, para ofrecer al coronel
caballero Jacinto Roasenda, insigne bienhechor de
los Oratorios y del asilo de jóvenes pobres de
Turín en Piamonte, una señal de gratitud, implora
la Bendición Apostólica con la gracia de la
Indulgencia plenaria in articulo mortis para él,
su familia y parientes por afinidad y
consanguinidad hasta el tercer grado.
Gracia que espera.
Humildísimo Suplicante
JUAN BOSCO, Pbro.
Romae apud S. Petrum die 7 aprilis 1858
Benigne annuimus pro gratia. (Benignamente
concedemos la gracia)
PIUS PP. IX
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