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del primero al último de sus artículos. Y
tomándolo de la mesa se lo entregó, añadiendo:
-Presentadlo al cardenal Gaude, el cual lo
examinará y a su tiempo le hablará.
Lo abrió don Bosco y vio que Pío IX había
tenido la dignación de añadir algunas notas y
modificaciones de su puño y letra.
El Santo Padre quería que aquel reglamento
pasara enseguida a una Comisión encargada de
informar; pero don Bosco le pidió que le dejara
experimentarlo por algún tiempo, para presentarlo
de nuevo a Su Santidad. Pío IX estuvo de acuerdo y
le indicó los trámites que debería seguir para
alcanzar la aprobación definitiva de su Pía
Sociedad con las correspondientes Constituciones.
A continuación le recordó don Bosco varias
súplicas que había presentado para obtener la
concesión de indulgencias nominátim para algurios
bienhechores suyos y para quienes promovieran el
canto de canciones sagradas. Y el Papa con toda
bondad le aseguró que sería atendido
oportunamente.
Pidióle también don Bosco una indulgencia
plenaria para todos los muchachos que acudían a
los Oratorios festivos, para el día, por ellos
elegido, en que recibieran los Santos Sacramentos;
la bendición apostólica para los que ((**It5.908**)) toman
parte activa de estos oratorios;
para los que de algún modo colaboran en la
difusión de las Lecturas Católicas; y para los
muchachos internos del Oratorio de San Francisco
de Sales; finalmente algunas facultades especiales
para los presbíteros Morizio y Reviglio. Y Pío IX
le concedió todos los favores que le pidió.
-Y ahora, Beatísimo Padre, añadió don Bosco,
tenga la bondad de sugerirme una máxima para
repetirla a mis muchachos, como un recuerdo salido
de los labios del Vicario de Jesucristo.
-íLa presencia de Dios!, respondió el Papa.
íDecid a vuestros jóvenes de mi parte, que este
pensamiento sea la norma de su vida!... >>Y ya no
tenéis nada más que pedirme? Vos deseáis todavía
algo más.
-Santo Padre, repuso él, Vuestra Santidad se ha
dignado concederme cuanto he pedido y ya no me
queda sino daros gracias con toda mi alma.
-Si embargo, sin embargo, Vos deseáis todavía
algo más.
Ante esta réplica estaba don Bosco como en
suspenso sin proferir palabra, cuando el Papa
agregó:
->>Pero cómo? >>No deseáis que vuestros
muchachos se alegren cuando volváis a verlos?
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