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En cuanto al Viernes Santo, he aquí lo que
leemos en la página sesenta y seis de un folleto
publicado en París en 1883, con el título Dom
Bosco … Paris par un ancien Magistrat:
<>El magistrado estaba acompañado por un señor
italiano, que al salir le dijo: -Tenía a su lado a
don Bosco, un santo, el Vicente de Paúl de Turín.
>>Y don Bosco lo fue de Italia y, si Dios lo
quiere, del mundo entero>>.
((**It5.902**)) Don
Bosco, después de la adoración, volvió a su papel
de caudatario del cardenal Marini; celebró aquel
día el cardenal Gabriel Ferretti que era
penitenciario mayor. El Sábado Santo pontificó el
cardenal Francisco Gaude.
El cuatro de abril anunciaban la aurora del día
de Pascua las salvas de artillería del Castillo de
Sant'Angelo. Hacia las diez, bajaba Pío IX a la
Basílica en silla gestatoria y cantaba la santa
misa. Después del Pontifical tenía que bendecir,
como de costumbre, urbi et orbi desde el balcón de
San Pedro. Desfiló el cortejo de obispos y
cardenales y subió al balcón.
Don Bosco, con el cardenal Marini y un obispo,
quedóse un instante junto al pretil, cubierto de
un magnífico paño, sobre el que se habían puesto
tres tiaras de oro. Díjole el Cardenal a don
Bosco:
-íVea qué espectáculo!
Don Bosco giraba sobre la plaza sus ojos
atónitos. Una muchedumbre de doscientas mil
personas estaba apiñada en ella con la cara vuelta
hacia el balcón. Tejados, ventanas y terrazas de
todas las casas estaban ocupados. El ejército
francés cubría una parte del espacio comprendido
entre el obelisco y la escalinata de San Pedro.
Los batallones de la infantería pontificia estaban
formados a derecha e izquierda. Detrás, la
caballería y la artillería. Miles de carrozas
llenaban las dos alas de la plaza, junto a la
columnata de Bernini y al fondo junto a las casas.
En particular en las de alquiler había de pie
grupos de personas que parecían dominar la plaza.
Oíase un vocerío clamoroso, el piafar de los
caballos, una confusión increíble. Nadie puede
hacerse una idea de aquel espectáculo.
Don Bosco, que había dejado al Papa en la
Basílica mientras veneraba las insignes reliquias
expuestas, creyó que tardaría en aparecer.
Contemplaba absorto ((**It5.903**)) aquella
gente de tan diversas naciones. De pronto, se dio
cuenta de que los dos prelados habían
(**Es5.640**))
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