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Satisfecho de la buena marcha de un asunto, que
tan a pecho tomaba, en cuanto salió del palacio
del Vicariato, fue en peregrinación a la Basílica
de San Pablo extramuros para rezar en el altar de
la Confesión, honrar el sepulcro del gran apóstol
de las gentes y admirar las maravillas de aquel
inmenso templo. Desde allí, recorrida una milla de
camino, llegó al célebre sitio denominado Aguas
Salvias, donde San Pablo dio su sangre por
Jesucristo. Sobre este lugar hay edificada una
iglesia con dos altares, donde se hallan tres
manantiales de agua, que brotaron de la tierra
sobre la cual dio tres botes la cabeza truncada
del santo Apóstol. Don Bosco oró también en la
iglesia vecina, dedicada a Santa María Scala
Coeli, de planta octogonal, edificada en el
cementerio de San Zenón, tribuno que sufrió el
martirio en tiempos de Diocleciano, con sus diez
mil doscientos tres compañeros de armas. Junto a
estas iglesias se levanta una tercera, dedicada a
los Santos Vicente y Anastasio, de arquitectura
gótica, con tres naves divididas por columnas. Es
lo que queda de una celebérrima abadía antigua. De
vuelta a Roma se detuvo don Bosco ante la gran
pirámide sepulcral de Cayo Cestio. Junto a ella
hay una antigua capilla que indica el lugar donde
San Pedro y San Pablo, llevados al martirio,
fueron separados por los verdugos para ir el
primero al Janículo y el otro a Aguas Salvias. Don
Bosco recordó las gloriosas ternísimas escenas y
los milagros clamorosos del veintinueve de junio
del año sesenta y siete de Jesucristo, y
hondamente conmovido, explicaba aquella noche a su
huésped las impresiones de la jornada.
El veintitrés de marzo se reunió don Bosco en
Puente Sixto con algunos señores para estudiar la
definitiva y permanente organización de las
Lecturas Católicas en Roma, la correspondencia
((**It5.887**)) con
Turín, la expedición de los folletos y la forma de
pago de las suscripciones. Habló don Bosco de la
aprobación del Santo Padre y del apoyo prometido
por el Cardenal Vicario, luego rogó al Abate
Botaudi que aceptara el cargo de Corresponsal,
encargado de recibir las suscripciones, tener en
depósito los folletos y distribuirlos. El buen
sacerdote aceptó satisfecho el encargo. Se habló
también de estudiar la forma de fundar varios
centros más de suscriptores en otras ciudades de
los Estados Pontificios.
Terminado este asunto, al que don Bosco daba
una gran importancia, quiso volver a ver
atentamente los arcos triunfales de Tito y
Constantino y al pasar junto a la cónica ruina de
la Meta sudante, 1
1 Meta sudante: Era una fuente monumental
construida con ladrillos, en la época de Adriano,
en forma de cono invertido, de donde goteaba el
agua como transpirando. Se encontraba
(**Es5.629**))
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