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Ya en el Quirinal, al declinar la tarde,
recibió una invitación para ir al Vaticano. El
Papa quería hablar por lo largo con él y le
recibió con muestras de singular afecto paternal.
Empezó enseguida su conversación:
-He reflexionado sobre vuestro proyecto y me he
convencido de que podrá hacer mucho bien a la
juventud. Hay que realizarlo. >>Cómo podrían, si
no, conservarse vuestros Oratorios, y cómo atender
a sus necesidades espirituales? Por eso me parece
necesaria una nueva Congregación religiosa, en
estos tristes momentos. Debe apoyarse sobre estas
bases: sea una sociedad con votos, porque sin
ellos no se mantendría la unidad de espíritu y de
acción; pero estos votos deben ser simples y
fáciles de disolver, para que la malevolencia de
alguno de los socios no altere la paz y la unión
de los demás. Las reglas sean suaves y fáciles de
observar. Que la forma de vestir y las prácticas
de piedad no la señalen en medio del mundo. Quizá
por eso, sería mejor llamarla Sociedad y no
Congregación. En resumen, estudiad la manera para
que cada miembro sea un religioso ante la Iglesia
y ((**It5.881**)) un
libre ciudadano ante la sociedad.
Luego aludió a algunas congregaciones, cuyas
reglas tenían una especial semejanza con la que se
pensaba fundar.
Entonces don Bosco presentó humildemente a Pío
IX el manuscrito de sus Constituciones.
-Aquí tiene, Beatísimo Padre, le dijo, el
reglamento que contiene la disciplina y el
espíritu que, desde hace veinte años,1 informa a
los que gastan sus energías en los Oratorios. Ya
hace tiempo me había esmerado en dar a los
artículos una forma regular; pero estos días
pasados he hecho correcciones y añadiduras de
acuerdo con las bases que Su Santidad tuvo la
bondad de trazarme la primera vez que tuve el alto
honor de postrarme a vuestros pies. Pero como
quiera que al hacer el borrador de cada uno de los
capítulos, habré errado ciertamente en más de un
punto del plan propuesto, lo pongo todo en manos
de Vuestra Santidad y de aquél a quien se digne
nombrar para leer, corregir, añadir y quitar
cuanto se juzgue conveniente para mayor gloria de
Dios y bien de las almas.
Tomó el Pontífice de las manos de don Bosco el
reglamento, lo hojeó un poco, aprobó una vez más
la idea que los había inspirado y lo colocó sobre
una mesa. Así fue como el mismo Vicario de
Jesucristo determinó que don Bosco fundara una
nueva Sociedad religiosa.
1 Como en otras ocasiones, don Bosco
<> un poco los números al decir
<>. Estamos en 1858 y él empezó los
Oratorios el 8 de diciembre de 1841. (N. del T.)
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