((**Es5.612**)
Pío IX, usó esta fórmula especial que nosotros
reproducimos, como un glorioso recuerdo.
-Benedictio Dei Omnipotentis, Patris et Filii
et Spiritus Sancti descendat super te, super
socium tuum, super tuos in sortem Domini vocatos,
super adiutores et benefactores ((**It5.862**)) tuos et
super omnes pueros tuos, et super omnia opera tua,
et maneat nunc, et semper, et semper et semper.
(La bendición de Dios omnipotente, Padre e Hijo y
Espíritu Santo descienda sobre ti, sobre tu
acompañante, sobre tus llamados a la heredad del
Señor, sobre tus ayudantes y bienhechores y sobre
todos tus hijos, sobre todas tus obras y
permanezca ahora y siempre, y siempre y siempre).
Esta singular bendición de Pío IX produjo su
efecto, y el clérigo Miguel Rúa tuvo su parte
concreta. Su prueba elocuente son las obras del
Oratorio, desarrolladas a partir de aquel día.
Al terminar la audiencia, preguntó el Papa a
don Bosco, si ya había visitado la Basílica de San
Pedro, y le autorizó para que pudiese visitar
todos los monumentos y cosas notables de la
inmortal ciudad, ordenando al Monseñor de la
antecámara que a don Bosco se le abrieran las
puertas de los más escondidos rincones.
-Procurad ver todo lo que es visible, le dijo.
<>.
Don Bosco aprovechó el permiso del Papa para
visitar los subterráneos de la Basílica Vaticana.
Al levantar la nueva basílica para librarla de la
humedad, se elevó el pavimento por lo que quedó
intacto el de la iglesia constantiniana, ((**It5.863**)) lo
mismo que la parte inferior de la misma, con una
altura de unos tres metros y medio, con todas las
columnas en pie truncadas en la parte sobre la que
arrancan las bóvedas. El espacio entre los dos
pavimentos es lo que forma los subterráneos,
también llamados grutas vaticanas. Aquí se
colocaron casi todos los monumentos que había en
la iglesia antigua, algunos
(**Es5.612**))
<Anterior: 5. 611><Siguiente: 5. 613>