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De pronto sonó una campanilla, y el prelado de
antecámara, les hizo una señal para que avanzaran
y entrasen en la sala del Papa. Don Bosco se quedó
turbado y tuvo que hacerse violencia para no
perder el equilibrio.
-Animo, se dijo, vamos.
Miguel Rúa siguió tras él llevando en la mano
un ejemplar artísticamente encuadernado con la
colección de las Lecturas Católicas.
Entraron. Estaban, por fin, en presencia de Pío
IX. Hicieron una genuflexión al entrar en la sala,
otra a la mitad y una tercera a los pies del
Pontífice. Pero cesó casi del todo su turbación,
al ver presente en Pío IX, al hombre más afable,
más venerado, y al mismo tiempo más sencillo que
pueda delinear un pintor. No besaron su pie porque
estaba sentado a la mesa; le besaron la mano y
Miguel Rúa, recordando la promesa hecha a sus
compañeros, se la besó dos veces, una por sí mismo
y otra por ellos. Entonces, el Santo Padre, les
indicó que se levantaran y se acercaran. Así lo
hicieron, mas don Bosco, queriendo acomodarse a
las prescripciones de la etiqueta, volvió a
arrodillarse.
-No, replicó el Papa, levántese.
((**It5.857**)) Es de
advertir, que al anunciar a don Bosco, el prelado
introductor, leyó mal su nombre, porque en vez de
escribir Bosco, había escrito Bosser, por lo que
el Papa comenzó a preguntarle:
->>Sois piamontés?
-Sí, Santidad, soy piamontés y en este momento
experimento el mayor consuelo de mi vida, al
hallarme a los pies del Vicario de Jesucristo.
->>Y en qué os ocupáis?
-Santidad, me dedico a la educación de la
juventud y a escribir las Lecturas Católicas.
-La educación de la juventud fue algo muy útil
en todos los tiempos, añadió el Papa; pero hoy es
más necesaria que nunca. Hay también otro en Turín
que se dedica a la educación de los jóvenes.
Aquí advirtió don Bosco que se había dado
equivocadamente su nombre y también el Papa
comprendió que él no era Bosser, sino Bosco, el
Director del Oratorio de San Francisco de Sales.
Entonces tomó un aspecto bastante más jovial y
continuó.
->>Qué hacéis en vuestro internado?
-Un poco de todo, Santo Padre: celebro la misa,
predico, confieso, doy clase; algunas veces me
toca ir a la cocina a enseñar al cocinero y hasta
barrer la iglesia.
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