((**Es5.573**)
->>No está en tu Biblia, le dijo don Bosco, lo
que Dios prometió a Adán cuando lo arrojó del
paraíso terrenal?
-No señor, contestó el jovencito, dígamelo
usted, por favor.
((**It5.807**)) -Mira:
Dios dijo a la serpiente: Porque has engañado a la
mujer, serás maldita entre todos los animales y
uno que nacerá de la mujer quebrantará tu cabeza.
->>Quién es ese uno de quien se habla aquí?
-Este uno es el Salvador que debía librar al
género humano de la esclavitud del demonio.
->>Cuándo vendrá el Salvador?
-No vendrá, ya ha venido, y es el que nosotros
llamamos...
Al llegar aquí interrumpió el padre y dijo:
-Nosotros no estudiamos esto, porque no tiene
que ver con nuestra Ley.
-Pero haríais muy bien, observó don Bosco,
haciéndolo estudiar, porque está en los libros de
Moisés y de los profetas, en quienes vosotros
creéis.
-Muy bien, contestó el otro, lo pensaré; pero
pregúntele algo de aritmética.
Al ver don Bosco que el judío no quería que
hablase de religión a su hijo, cambió de tema y le
habló de cosas indiferentes, con las que padre e
hijo y las otras personas que ocupaban el mismo
compartimento se entretuvieron y rieron lo suyo.
El niño tenía que bajar en la estación de Asti
y no sabía cómo separarse de don Bosco. Con las
lágrimas en los ojos y teniendo de la mano al buen
sacerdote, no acertó a decirle más que:
-Me llamo Sacerdote Leone di Moncalvo:
acuérdese de mí; cuando vaya a Turín, procuraré
hacerle una visita.
El padre, poco satisfecho quizá de aquella
manifestación de simpatía, para distraer al hijo
le dijo que queriendo secundar un deseo por él
manifestado, había buscado en Turín la Historia de
Italia, pero que no la había podido encontrar en
((**It5.808**)) ninguna
librería. Rogó, pues, a don Bosco que la buscara y
le mandara como regalo un ejemplar. Don Bosco, le
prometió que a su vuelta de Roma, le mandaría una
Historia de Italia escrita para instrucción de los
muchachos.
En Alessandria, vio don Bosco al clérigo Angel
Savio que bajaba de un vagón y aún pudo saludarle
y darle algún recado, lo cual le gustó mucho,
porque creía que Savio no había llegado a tiempo
para partir.
Después de la estación de Serravalle, corría
velozmente la máquina
(**Es5.573**))
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