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y movido de los muchachos, se habría maravillado
del recogimiento y devoción que reinaban en
aquella iglesia atestada de chiquillos y sin
muchos vigilantes. Y sin embargo es así; basta la
presencia virtual de su querido Director para que
reine el orden. La tarde fue amenizada con
hermosas y variadas sinfonías por la banda y
resultó encantadora con las alegres y honestas
diversiones para toda aquella turba vivaracha.
Después de las vísperas, tuvo lugar el bautizo de
un moro adulto, solemnemente administrado por el
Ilmo. y Rvdmo. Monseñor Balma y actuando como
padrinos el conde y la condesa de Clavesana, a
quienes debe el moro su doble redención material y
espiritual. Después del acto, Monseñor pronunció
unas palabras espontáneas y conmovedoras, que
fueron escuchadas con verdadera devoción por la
hacinada multitud.
Terminaron las funciones religiosas con la
bendición del Santísimo Sacramento y siguió el
reparto de premios, presidido por el eximio
Prelado. Había estudiantes y artesanos premiados,
pero no fueron los superiores quienes otorgaron
los premios sino los votos libres y pensados de
los compañeros. La banda de música alegraba los
intermedios. Se clausuró el reparto de premios con
el canto pupular: Llanto de los romanos por la
marcha de Pío VII, muy bien ejecutado por el joven
Carlos Tomatis y un coro de más de veinte voces.
El Obispo tuvo que privar a aquella juventud de su
presencia: La bendijo y partió llevándose consigo
el gratísimo recuerdo de tan devota y agradable
función, que permanecerá imborrable en el recuerdo
de aquellos jóvenes por sus sabias palabras y
trato paternal.
Aún quedaba la representación de un drama
titulado ((**It5.795**))
Baldini, hermosa pieza moral y educativa. Se trata
de un corazón noble que, arrastrado por los malos
consejos de un compañero al camino del vicio,
llega a ser cabecilla de bandoleros. Pero el
recuerdo de su madre, oportunamente despertado en
él, lo devuelve a la honradez y a la virtud. El
amplio salón que sirve de estudio con luz de gas,
fue convertido en un momento en teatro. Los
jóvenes actores lo hicieron a maravilla, pero
sobresalió entre todos y se ganó la simpatía y los
aplausos el señor Fumero, antiguo alumno de la
casa. Terminado el drama y levantado otra vez el
telón, apareció en el escenario una urna y un
joven que iba a depositar en ella una guirnalda de
flores. De pronto, viose detrás de la urna una
sombra vestida de blanco con una antorcha en la
mano que cantó un bellísimo canto fúnebre,
recriminando al joven, su hijo, la vanidad de sus
jacintos y la inutilidad de sus lágrimas. Era la
sombra de Vinciguerra y el artista el ya loado
pintor Tomatis.
Y así mezclando utile dulci, con gran sentido y
amor paterno, el distinguido y reverendo don Bosco
ha sabido en una sola jornada santificar y
entretener a tantos muchachos a los que él ama
como a hijos y ellos le aman como a su padre.
Mientras tanto, don Bosco se había apresurado a
terminar y entregar a Paravía otros dos folletos
de Lecturas Católicas, decidido a presentarse ante
el Vicario de Cristo para tratar con él la forma
de perpetuar su iniciada sociedad.
El folleto de febrero, La Cuaresma cristiana,
era anónimo. Contiene noticias históricas y
morales, cortas pero importantísimas, sobre la
observancia del ayuno cuaresmal, cuyos orígenes se
remontan al tiempo de los apóstoles; sobre la
obligación de observar la
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