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de los alumnos. El teólogo Leonardo Murialdo, con
sus generosas donaciones y su aportación personal,
fue el principal bienhechor de esta empresa.
Apenas se pudo, se abrieron las clases y
acudieron a ellas muchos chicos pobres, de
familias católicas, que desertaron de las escuelas
protestantes; y se consiguió que no fueran
víctimas de las herejía con el pretexto de la
enseñanza elemental.
Terminaba el 1857, y don Bosco, para hallar
oportunidad de dar a cada uno de los suyos un
consejo adaptado a sus propias necesidades,
anunciaba todos los años públicamente que tenía
aguinaldo para dar a todos. Los muchachos acudían
uno a uno pidiendo su parte, y él daba al oído de
cada cual un aviso o un consejo, a veces tomado de
la vida de algún santo. Otras, para que recordaran
más fácilmente el aguinaldo, entregaba a cada uno
un papelito escrito, que todos consideraban como
un tesoro, de forma que, después de tantos y
tantos años, aún hay algunos que lo conservan.
Daba también este aguinaldo a los clérigos, a
quienes llamaba:
consistía en una frase de la Escritura o de los
Santos Padres y en latín. Y es curioso que, aun
cuando había en el Oratorio cincuenta, entre
clérigos y sacerdotes, sin tener en mano algún
escrito, daba a cada cual en privado su propio
aviso, sin repetirse, y tan apropiado que todos
decían maravillados en su corazón:
-Esta expresión está verdaderamente adaptada
para mí.
A veces preparaba un billetito escrito de su
puño y letra para cada clérigo y lo distribuía con
gran cariño. Algunas de aquellas sentencias han
llegado hasta nosotros. La primera de ellas la
tuvo el clérigo Anfossi: Sicut misit me Pater et
ego mitto vos. Filius amatur a Patre ((**It5.786**)) et
tamen ad passionem mittitur: ita et discipuli a
Domino amantur, qui tamen ad passionem mittuntur
in mundo (San Gregorio, Domingo in albis). Qui
aestimaverunt lusum esse vitam nostram, et
conversationem vitae compositam ad lucrum, omnes
insipientes et infelices. Nullum Deo gratius
sacrificium offerri potest quam zelus animarum
(Gregorio Magno). Curare ut quisquis sacerdoti
jungitur, quasi ex salis tactu, aeternae vitae
sapore condiatur. (San Gregorio). Sanitas animae
et corpori sobrius potus. (Eccl. XXXI, 37). (Como
me envió mi Padre, así os envío yo. El Hijo es
amado por el Padre y sin embargo es enviado a la
pasión: así son amados los discípulos por el
Señor, los cuales también son enviados a la pasión
en el mundo. -Los que consideran que nuestra vida
es un juego y que el negocio de la vida está
acomodado para el lucro, son unos insensatos y
unos infelices. No puede ofrecerse a Dios ningún
(**Es5.558**))
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