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En efecto, la ley de confiscación había sido
injusta y por tanto no podía disponer de lo
confiscado quien no tenía derecho sobre ello. El
Conde de Camburzano escuchó a don Bosco mirando a
sus compañeros con cierto aire de misterio y al
fin exclamó:
-Venimos de consultar ahora mismo a don José
Cafasso, y íel discípulo nos da la misma respuesta
que su maestro!
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