Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es5.539**) artesanos de la ciudad o al menos de los arrabales vecinos, por miedo a la competencia por ellos prevista como perjudicial a sus intereses. En efecto él, que trazaba en su mente amplios talleres para mucho oficios, comprendía que no sólo en las pequeñas ciudades, sino hasta en una gran capital podían nacer peligrosas envidias. Y daba en el blanco, porque, años más tarde, los tipógrafos de varias imprentas se esforzaron para que el Ayuntamiento obligara a don Bosco a cerrar su incipiente tipografía. Aducían por razón la baratura de precios que él podría conceder a los destinatarios para la imprenta y a los compradores de libros. Por eso don Bosco, como regla general para todo Asilo de los que él pudiera fundar en el porvenir, estableció de hecho: Los estudiantes dan el trabajo para los artesanos. Porque ellos, en cuanto fueron numerosos, tuvieron que vestirse y calzarse y allí había zapateros y sastres; necesitaron libros y allí estaban los encuadernadores; comenzaron las construcciones y fueron necesarios primero los carpinteros y luego los cerrajeros. Frente a cada nueva necesidad de la casa, surgía un nuevo taller para cubrirla. La misma imprenta fue montada para poder editar nuestras obras, principalmente las Lecturas Católicas y después muchas otras producciones. Ningún taller o tipografía de Turín pudo quejarse de que le faltara trabajo, por culpa del Oratorio. Al contrario, las intenciones de don Bosco eran que los mismos obreros de los otros talleres de la ciudad, entonces menos y más pequeños que en la actualidad, no tuvieran que temer que sus aprendices, convertidos en hábiles artistas, fueran de algún modo preferidos por los patronos ((**It5.759**)) y ocasionaran envididas. Acariciaba el propósito de que la mayor parte de ellos volviera a sus pueblos, pusiera en ellos un taller de su oficio y fueran una ayuda para el párroco, cantando en el coro, enseñando el catecismo y dando buen ejemplo con palabras y con obras a sus paisanos. Pero el multiplicarse de las industrias, de los descubrimientos y de las artes mecánicas preparaba trabajo para todos en los grandes centros. Entre tanto, triunfaba en el Oratorio el buen espíritu y se manifestaba con frutos siempre nuevos. Hacia fines de 1857, se había fundado otra compañía, la del Santísimo Sacramento, cuya finalidad era la frecuencia de sacramentos y el culto de la Eucaristía. La idea se la dio don Bosco al clérigo José Bongiovanni quien, conseguido el permiso, la implantó. En esta compañía entraron muchos de los mejores jóvenes, que se distinguían por su frecuencia y devoción hacia la sagrada mesa y atraían con su ejemplo a los compañeros, (**Es5.539**))
<Anterior: 5. 538><Siguiente: 5. 540>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com