((**Es5.529**)
-Tiene fácil arreglo. Con que digas al confesor
que algo ha de ser repasado de tu vida anterior,
tomará él el hilo de tus cosas, de suerte que tú
no tendrás más que decir sí o no, si muchas veces
o pocas veces.
>>Con estas palabra se sintió el jovencito tan
animado, que aquella misma noche no quiso ir a la
cama sin antes confesarse. Cuando el confesor le
aseguró que Dios le había perdonado todas sus
culpas, exclamó:
-íQué feliz soy!
>>Rompió a llorar de satisfacción y se fue a
descansar. Desde aquel momento el muchacho cambió
por completo y con la frecuencia de los
sacramentos se vio en él el triunfo de la gracia.
La mayor dificultad que experimentó fue la de
frenar su carácter ardiente, que frecuentemente le
arrastraba a involuntarios ímpetus de cólera; pero
pronto logró vencerse a sí mismo y hasta ser
árbitro de paz con sus propios compañeros>>.
Hasta aquí don Bosco.
((**It5.745**)) El
ímpetu de su carácter queda demostrado con el
siguiente hecho.
Acompañaba un día a don Bosco por la ciudad de
Turín y al llegar a la Plaza del Castillo, oyó a
un chico callejero blasfemar contra el santo
nombre de Dios. Pareció perder el juicio; sin
calcular el sitio donde estaba ni el peligro, se
plantó en dos saltos sobre el blasfemo y le soltó
un par de sonoras bofetadas, diciendo:
->>Así se trata el santo nombre del Señor?
Pero el golfillo, que era más alto que él, sin
pensar en la reflexión moral, irritado por la
burla de los compañeros, por la vergüenza pública
y por la sangre que en abundancia salía de sus
narices, se lanzó con rabia contra Magone. Y las
patadas, puñetazos y bofetones no daban tiempo a
ninguno de los dos para el respiro.
Afortunadamente, corrió don Bosco, que se
interpuso entre ambos para poner paz y, aunque no
fue nada fácil, consiguió finalmente establecerla
a gusto de los dos. Cuando Magone fue dueño de sí,
se percató de su imprudencia, al tratar de
corregir tan poco amablemente a aquel deslenguado.
Se arrepintió de su arranque de genio y resolvió
ser más cauto en adelante y contenerse, en estos
casos, con amigables reconvenciones.
Pedro Enría nos ha dejado recuerdo de un tercer
muchacho con el siguiente escrito:
<(**Es5.529**))
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