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de idear nuevos opúsculos para las Lecturas
Católicas y de escribir cartas.
Durante estos meses se cargaba con otro
compromiso; el de buscar quien, durante las
vacaciones, diera repaso a los hijos de ciertas
familias y el de proveer a otras de maestros y
preceptores capaces, honrados y religiosos que los
condujeran en sus estudios hasta terminar el
tiempo de su educación. Los padres recurrían a él
con toda confianza, al encargarle de una elección
tan delicada; y él tenía que buscar, aconsejar,
concertar, proponer, y responder; trabajo este,
que, sin duda, exigía su tiempo. Fue una de sus
constantes obras buenas, cuya importancia escapa a
quien no sea atento observador, pero cuyas
ventajas individuales y sociales no se pueden
ignorar. Trataba estas cuestiones con el Barón
Feliciano Ricci des Ferres, la víspera de la
fiesta del Santo Rosario.
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Benemérito Señor:
Después de cuanto hemos hablado sobre un
maestro para sus buenos chicos, he estado
repasando los nombres de los sacerdotes que
conozco y habría ahora uno, el sacerdote José
Pesce, que es teniente cura en Mombaruzzo,
diócesis de Acqui. Pienso que posee capacidad y
cualidades pedagógicas, pero le falta el diploma
para enseñar, ya que nunca pensó dedicarse a la
enseñanza; tiene unos treinta años y su conducta
es ejemplar.
Si decidiere algo sobre el caso, puede
dirigirse a mí o a don José Cafasso, con cuyo
consentimiento le he manifestado todo.
Me complace poder ofrecerle el obsequio de mi
agradecimiento y de pedir al Señor salud y gracia
para usted y toda su respetable familia, mientras
con toda deferencia me encomiendo a sus oraciones
y me profeso de V.S. Benemérita.
3 de octubte de 1857
S.S.S.
JUAN BOSCO, Pbro.
Para el día de la fiesta del Rosario llegaron
de Turín los músicos, cantores y Domingo
Bongiovanni, el famoso Cianduya (el Juan de la
Bota o payaso) del Oratorio. Fue grande la alegría
de la gente, pero aún fue mayor la que proporcionó
a don Bosco el Sumo Pontífice, a quien había
enviado como regalo un ejemplar de la Historia de
Italia, lujosamente encuadernado. Se trataba de
una carta de agradecimiento que Pío IX mandaba
escribirle y que era un tesoro para él.
Ilmo. y Rdo. Señor:
Fue presentado al Sumo Pontífice Pío IX, junto
con su muy atenta carta, el libro escrito por V.S.
con el fin de proporcionar a la juventud una
historia de Italia que, como bien escribe, puedan
leerla sin el menor peligro para la religión y las
buenas
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