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((**Es5.517**) >>Y mi hermano era más bien serio y nada fácil a creer cosas extraordinarias, si la evidencia de los hechos no le obligaba a ello>>. La señora de Vallauri, gran bienhechora del Oratorio, viuda del famoso doctor en medicina, pidió a don Bosco que le alcanzase de la Virgen la gracia de pasar ((**It5.727**)) el purgatorio en esta vida. El terror que experimentaba al pensar en las penas que deben sufrir los que no están del todo limpios antes de presentarse ante Dios, la trastornaba y no podía remediarlo. Don Bosco se lo prometió, rezó, hizo rezar a la comunidad y hete aquí que la buena señora fue sorprendida por unos dolores atroces que le duraron más de dos largos años. Pasados éstos, encontró una paz inalterable; desapareció todo temor al purgatorio y murió sin enfermedad. Don Miguel Rúa da testimonio de ello. Los hechos narrados, los ya expuestos en lo volúmenes precedentes y los que aún nos quedan por referir, todavía más extraordinarios y crecientes en número casi hasta el infinito, en el desarrollo de nuestras Memorias, nos recuerdan un fragmento que hemos leído en el folleto de las Lecturas Católicas, donde cuenta la vida de la Beata Oringa. <<>>Quién no admirará el espectáculo grandioso del poder concedido por Dios a sus santos? Hijos predilectos del Padre, que está en los cielos, partcipan de su poder y reinan con El; y de este modo manifiestan a la tierra cuánto aprecia el Señor la virtud. >>La voz de los milagros es eminentemente popular, todos la entienden y dice a todos con fuerza: `He aquí el camino que conduce a la vida; seguid, mortales, las huellas gloriosas de los santos, ellas son el camimo de la gloria, el camino de la felicidad'. >>Quién osaría oponerse a una llamada tan claramente divina? >>Pues hay quienes sonríen compasivos al oír la narración de estos hechos prodigiosos, que son la corona que el Señor da a sus santos. íPobres ciegos! Aman a estos héroes de la santidad, admiran su conducta moral y se asustan de sus milagros. >>Pues qué? >>Acaso los santos no son milagros vivientes por la práctica heroica y constante de la virtud, que está muy por encima de las pobres fuerzas humanas? El milagro ((**It5.728**)) les repugna y no se dan cuenta de que hay milagros en todas partes; que el hombre es un milagro espléndido compuesto de infinidad de maravillas; que la naturaleza es un milagro, llena como está de fenómenos inexplicables; >>y no los va a haber en la Religión, centro de todos los prodigios y de todos los misterios? >>>>Cómo se puede explicar (escribe el barón de Montreuil) que hombres sensatos y cristianos se asusten ante la palabra milagro? >>No profesan la fe de un Dios en tres personas, de un Dios hecho hombre y nacido en la tierra de una Virgen? >>No creen que este Hombre-Dios murió y resucitó al tercer día? >>No saben que el agua nos regenera por medio del bautismo, que el Espíritu Santo nos fortalece en la confirmación, que el hijo de Dios hecho carne, verdadero Dios y verdaderao hombre, se une a nosotros en el divinísimo sacramento y tantas otras cosas que constituyen la doctrina de la religión? Y luego estos cristianos írecelan de los milagros y quieren que se vaya despacio en darles fe! >>Los santos, continúa el citado autor, creían fácilmente en los milagros, y por ello los hacían; los creían como quien los ve, y no pretendían ni por asomo tener pruebas de ellos>>. (**Es5.517**))
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