((**Es5.514**)
Gastaldi, confundido ante la evidencia del
hecho, no se atrevió a replicar y, prometiendo que
se confesaría, bajó. Zucca, como si viera cuanto
ocurría, con la mirada fija hacia la puerta decía:
-Ya baja... ya está en los pórticos... ya entra
en la sacristía... se arrodilla... se acerca a don
Bosco... se confiesa... íMuy bien!
Después de un rato, Gastaldi volvió muy alegre
y no tuvo necesidad ni tiempo de contar lo que le
había sucedido, porque Zucca le dijo enseguida:
-Ahora sí que puedes decir que estás contento;
pero sigue siendo bueno, porque la Virgen me dijo
que tienes que cambiar de vida, o si no, ya tienes
el castigo preparado.
((**It5.723**)) A la
mañana siguiente, con sorpresa de todos, estaba
Zucca en el patio. Tenía aquel día un aspecto como
de inspirado, se acercaba a cada uno de los
compañeros y, llevándolo aparte le comunicaba el
encargo de la Virgen. Cuando se separaba, dejaba
al compañero meditabundo. Nadie se atrevía a reír.
También contó a don Bosco lo que la Virgen le
había encargado decirle. Se presentó a su maestro,
un clérigo que por el aprecio que le tenían sus
alumnos y por la autoridad de que gozaba sobre
ellos, ninguno se hubiera atrevido a hacerle la
menor indicación. Todavía él no sabía nada, y, de
pronto se le presentó Zucca, y, al oírle hablar en
nombre de la Virgen y ver el porte autoritario con
que se dirigía a él, fue presa de tal reverencia
que no replicó palabra. Le parecía encontrarse
delante de un superior. Y lo que Zucca le decía
era tan característico que no había lugar a
equivocación.
Gastaldi se mantuvo siempre bueno, dejó los
estudios y pasó al taller de imprenta en el
Oratorio y murió de apoplejía hacia 1886.
El mismo don Bosco, era a menudo favorecido con
estos avisos y advertencias celestiales con
ocasión de los ejercicios espirituales de la
comunidad o de novenas en honor de María
Santísima. Don Domingo Bongiovanni, don Miguel Rúa
y monseñor Cagliero nos contaron lo que vamos
exponiendo:
<((**It5.724**)) buenos;
los del pan de salvado, los que se encontraban en
desgracia de Dios, pero que no estaban
habitualmente en pecado, y los del último
(**Es5.514**))
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