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-A don Bosco le dirás esto y esto. A tu maestro
le darás este mensaje de mi parte.
Y así le fue diciendo lo que debía repetir a
cada uno. Luego desapareció.
De esta primera parte de nuestra narración,
sólo podía dar testimonio el joven privilegiado;
pero después fue testigo de lo que sucedió toda la
comunidad, es decir, cerca de doscientas personas.
El enfermo quedó curado del todo en aquel
instante, mas como ya era bastante tarde, no se
levantó. Mandó llamar a sus compañeros de
dormitorio, que estaban en recreo, encargando les
dijesen que tenía un encargo importante que
comunicarles. Los compañeros subieron, y, por
delicadeza, rodearon su cama permaneciendo a
alguna distancia. Hizo que se acercaran a él uno
por uno, y les dijo en secreto lo que les
interesaba. Tenía un aspecto serio, con cierto
aire de autoridad que imponía y contrastaba con su
rostro infantil. Los muchachos permanecían mudos
ante él, casi aturdidos y con reverencia.
Cuando terminó, dijo en alta voz:
-Ahora necesito hablar con Gastaldi.
Gastaldi no había subido. Un compañero corrió a
llamarlo ((**It5.722**)) y le
acompañó hasta la cama de Zucca, el cual le dio el
encargo que le había confiado la Virgen.
A aquella hora estaba don Bosco confesando en
la sacristía.
Cuando Gastaldi oyó lo que la Virgen había dicho
de él, respondió en alta voz:
-íMuy bien, voy enseguida!
Y salió del dormitorio para ir a confesarse.
Pero, mientras bajaba las escaleras cambió de idea
y pensó: -íNo son más que historias! Mas, para no
dar a entender que rehuía el consejo de su amigo,
entró en la sacristía de donde pasó a la capilla
de la Virgen, se estuvo allí un rato de rodillas,
para disimular la mentira que quería decir a Zucca
y volvió al dormitorio. Ninguno de los compañeros
se había ido para observar qué hacía. Iba a abrir
los labios para decir: - Ahora estoy contento,
cuando Zucca, con una expresión de cara que
parecía un profeta, se incorporó en la cama y dijo
en presencia de todos:
-íImpostor! >>Crees que no te he visto? Has
hecho esto y esto.
Y le describió la vuelta que había dado, la
parada ante el altar de la Virgen, y enseguida
añadió:
-Vuelve y guárdate de abusar de la misericordia
de Dios. íVete enseguida!
(**Es5.513**))
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