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ADVERTENCIA
Aún siendo verdad que nuestra finalidad es la
de publicar más bien cosas de doctrina que no de
polémica, como las que van directamente al
cristiano ordinario, sin embargo, los esfuerzos
que desde hace algún tiempo realiza la herejía
para introducirse entre el pueblo y hasta en los
mismos caseríos del campo, nos presentan la
necesidad de publicar algún folleto apropiado para
precaver a los fieles contra el veneno que
algunos, bajo el nombre de protestantes, valdenses
o evangélicos (que son casi siempre lo mismo)
procuran difundir ya en una parte ya en otra, para
robar o deteriorar el precioso tesoro de nuestros
antepasados: la santa religión católica.
Y como quiera que la doctrina de los
protestantes, que conviven con nosotros, está
expuesta con bastante claridad en un libro escrito
por el ministro Amadeo Bert, titulado Los
Valdenses, nosotros nos atendremos singularmente a
cuanto él manifiesta en este libro.
El primer año de estas lecturas ya hemos hecho
notar una larga serie de errores contenidos en la
parte histórica de esta obra; ahora haremos una
reseña de los que ((**It5.718**)) se
hallan en cada párrafo en cuanto a la doctrina, y
esperamos que ello servirá de eficaz contraveneno
para defendernos de la herejía.
Entre tanto, estad alerta vosotros, pueblos
cristianos; el hombre enemigo de quien habla el
Evangelio, intentá introducirse en vuestras casas
para robaros lo más querido que tenéis en la vida,
la religión: alejadlo valientemente de vosotros;
no tratéis de pactar con él en asuntos religiosos;
si os lo encontrareis en la calle, no le saludéis,
como nos aconseja el Divino Salvador: Nec ave
quidem ei dixeritis. Si os sucediere tener que
ventilar asuntos materiales con él, hacedlo de
prisa, sin entablar amistad ninguna. Al contrario,
uníos estrechamente con un solo corazón y una sola
alma, a los sagrados pastores que la divina
Providencia nos ha dado para guiarnos por el
camino de la verdad.
Que no haya promesas, amenazas, ni pretextos
capaces de separarnos de la doctrina que enseña el
Supremo pastor de la Iglesia, el sucesor de San
Pedro, el Vicario de Jesucristo, que fundó su
Iglesia cuando dijo: Tú eres Pedro y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia. Tu es Petrus et super
hanc petram aedificabo Ecclesiam meam.
En medio de todos estos trabajos don Bosco
tenía siempre a pechos el rescate del campo de sus
sueños, convertido en propiedad de los
Rosminianos, por lo que respondía así a un carta
escrita por el Padre Gilardi:
Queridísimo Don Carlos:
Ruego a V.S. queridísima pida perdón al Padre
General por mi descuido en contestarle. He estado
algún tiempo ausente a causa de unos ejercicios
espirituales, y después he pasado unos diez días
algo indispuesto, por lo que no pude hablar con el
caballero Cotta sobre el lugar de que tratamos. Le
digo esto para confesar mi culpa pedir perdón,
dispuesto a aceptar la penitencia.
No hablemos más del pasado proyecto, puesto que
el P. General ya ha dispuesto de aquel lugar de
otro modo; pero, si llegase a una venta y hubiera
una oferta en firme, me gustaría mucho saberlo,
para ver si la divina Providencia ((**It5.719**)) quiere
abrirme el camino por donde buscar los medios para
comprarlo como deseo. Por ahora conviene que me
pare para no tentar al Señor, cuando no hay
verdadera necesidad.
(**Es5.510**))
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