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>>Podrían sus socios ser libres ciudadanos y
religiosos al mismo tiempo? -A mí me parece que
sí, lo mismo que en un Estado cualquiera, un
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católico puede ser súbdito del Rey o de la
República y súbdito de la Iglesia, fiel a los dos
y observar las leyes de ambos>>. Los obispos y los
teólogos respondieron favorablemente a sus
preguntas.
Aparecía luego otra cuestión que, aunque
secundaria, podía crear serias dificultades.
Había pedido también su consejo al Obispo de
Biella.
Monseñor Losana hizo observar a don Bosco, que
las diócesis necesitaban inmediato socorro de
sacerdotes y que con su Sociedad, quizás
retardaría aquella ayuda al quedarse para sí a los
mejores. En efecto, era evidente que el porvenir
del clero estaba en manos de don Bosco. Pero don
Bosco le contestó que la tardanza no sería
perjudicial, pues él calculaba que, en pocos años,
podría prestar mayor ayuda a las diócesis del
Piamonte con sus primeros colaboradores, ligados a
su Congregación. Y apoyó su respuesta con el
porverbio: Funiculus triplex difficile rumpitur,
(difícilmente se rompe la cuerda triple), o sea
que la promoción de las vocaciones sería en
adelante un trabajo colectivo y no individual, por
lo tanto permanente, continuo, pregresivo, y que
no se interrumpiría merced al vínculo de
obediencia que sólidamente uniría entre sí a los
trabajadores de la viña evangélica. Monseñor
Losana que contó este diálogo al canónigo Anfossi,
aprobó las palabras de don Bosco, que muy pronto
tuvieron sorprendente cumplimiento.
Nos escribía dicho canónigo: <>.
Una vez obtenida la aprobación del Obispo de
Biella, deseaba don Bosco comunicar a su
veneradísimo ((**It5.701**))
Arzobispo, la resolución tomada; y como no podía
ir personalmente a Lyon, donde el invicto campeón
de la Iglesia continuaba desterrado, se lo
escribió preguntándole su parecer. A monseñor
Fransoni, le gustó mucho el plan de don Bosco, que
era el suyo hacía años, le animó a llevarlo a
cabo, y para ponerlo en camino seguro, le
recomendó que fuera a Roma, para pedir al inmortal
Pontífice Pío IX consejo y normas oportunas. Don
Bosco acogió con agrado las recomendaciones de su
Arzobispo, y se decidió a emprender un viaje, que
ya hacía tiempo andaba pensando.
Mientras tanto, no cesaban las causas de graves
sinsabores.
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