((**Es5.49**)
del que se hablará a su debido tiempo; pero es
cierto que en todos los tiempos, ya desde el
principio de la Iglesia, los enemigos de la
religión cristiana han perseguido a sus jefes los
papas, los obispos, los sacerdotes, porque creen
que, quitando de en medio las columnas, caerá el
edificio, y que, herido el pastor, se dispersarán
las ovejas y serán fácil presa de los lobos
rapaces. Por eso nosotros, cuando oímos o leemos
que este o aquel papa, este o aquel obispo, este o
aquel sacerdote ha sido condenado a una pena, como
por ejemplo, el destierro, la cárcel o tal vez la
muerte, no hemos de creer enseguida que sean
verdaderamente culpables, como se dice, porque
podría suceder que fueran víctimas del
cumplimiento de su deber, confesores de la fe,
héroes de la Iglesia, como lo fueron los
apóstoles, los mártires y ((**It5.50**)) tantos
papas, obispos, sacerdotes y simples fieles.
Además, recordemos siempre que el mundo, el pueblo
judío, Pilatos, condenó a morir en la cruz al
mismo Salvador divino, por blasfemo, impío y
revolucionario de la plebe, cuando era el
verdadero Hijo de Dios y había predicado
obediencia y sumisión al poder constituido y había
ordenado dar al César lo que es del César y a Dios
lo que es de Dios.
Añadió unas palabras más sobre la obligación de
mantenerse firmes en la fe y en el respeto y
devoción a los ministros de la Iglesia. Y don
Bosco bajó del púlpito. Los muchachos rezaron el
Padrenuestro y Avemaría de costumbre en honor de
San Luis Gonzaga, cantaron el Sean siempre
alabados los nombres de Jesús y de María y
salieron de la iglesia por la puerta lateral. Tras
ellos salió también el desconocido señor, el cual,
al llegar al patio, preguntó por don Bosco.
Acababa éste de subir a su habitación, a donde le
acompañó un muchacho. Después de los primeros
saludos, entablóse un breve diálogo entre don
Bosco y aquel señor. El muchacho, de acuerdo con
la costumbre de aquellos peligrosos tiempos,
después de introducir al forastero, se quedó allí
oyendo hasta que don Bosco le indicó que se
retirara, porque no hacía falta nada.
El diálogo fue éste.
Don Bosco ->>Puedo saber con quién tengo el
honor de hablar?
Ratt. -Con Rattazzi.
D. B. ->>El gran Rattazzi 1 que fue Presidente
de la Cámara y ahora es Ministro del Rey?
1 Es interesante observar que los dos
interlocutores hablaban en dialecto piamontés, y
que, por tanto, la frase <>
corresponde en dialecto a <>; y
ratass en piamontés significa ratonazo. Cuando don
Bosco pronunció esta palabra lo hizo con tal tono
de sorpresa, que hizo sonreír al Ministro.
4(**Es5.49**))
<Anterior: 5. 48><Siguiente: 5. 50>