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-Estas economías, decía, nos permitirán poder
admitir un muchacho más.
Y los hijos de don Bosco escuchaban
complacientes la voz del padre y aceptaban vivir
totalmente faltos de cualquier comodidad y hasta
de aquello que hubiera parecido indispensable. Los
primeros sacerdotes que constituían la
superioridad del Oratorio, tuvieron por habitación
una pequeña buhardilla, con una mesita, una silla
o un taburete de madera, una palangana para el
agua y nada más: para estudiar iban al salón común
en medio de los alumnos. El modo severísimo con
que también sus alumnos practicaban la pobreza,
mereció a aquellos años el título de tiempos
heroicos. Este heroísmo se apoyaba en la máxima de
Santa Teresa: Cuanto más se le da al cuerpo, tanto
menos se da al espíritu.
Resumamos con una página del canónigo Ballesio,
que vivió ocho años seguidos con don Bosco.
<>Creo que esto procedía de la virtud interior
y especialmente de su mortificación, de su
espíritu de trabajo y su delicadísima castidad,
por todo lo cual la persona del siervo de Dios
aparecía siempre ante nosotros, que le rodeábamos,
santa y santamente limpia>>.
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