((**Es5.481**)
Durante una de sus ausencias se pensó en
adecentar un tanto aquella estancia, en la que
siempre se pudo admirar la limpieza, decorándola
un poco y modestamente a base de pintura; ((**It5.676**)) pero
cuando don Bosco volvió a casa, se disgustó y
ordenó que se cambiara el plan, conformándose con
que se blanquearan las paredes y el techo. Era
además incómoda por las escaleras que tenía que
subir repetidas veces al día y atravesar un largo
balcón corrido, bajo la canícula abrasadora en el
verano y con la lluvia, la nieve y el frío en el
invierno. Y no permitió nunca que se arreglara,
con un tejadillo, vidrieras o un entoldado.
Y si era pobre su habitación, no lo eran menos
sus ropas. Aseguraba monseñor Bertagna que don
Bosco gozaba vistiendo paupérrimamente. La sotana,
que era de paño ordinario, servíale para las
cuatro estaciones. A veces, su amigo el teólogo
Golzio, le regalaba una sotana suya o dejada ya
por los sacerdotes de la Residencia Sacerdotal
fuera de uso y remendada, para que sirviese a
alguno de los clérigos del Oratorio; pero él se la
ponía y se quedaba con ella.
Su ropa blanca era de lienzo basto, y solía
decir con gracia que eso le guardaba del frío en
el invierno y le defendía del calor en el verano;
y no quiso nunca ponerse camisas de tela fina
planchadas. Usaba zapatos gruesos de campesino,
porque costaban menos. Sus pañuelos eran del todo
ordinarios.
Así pues, jamás usó ropas de paño fino, zapatos
elegantes, hebillas de plata en el calzado, reloj
de oro, cadena u otras baratijas. No le gustaba
vestir sotana corta, como solían llevar entonces
muchísimos sacerdotes, entre otras razones porque
le parecía una forma presuntuosa de vestir. Si
alguien le regalaba un objeto precioso o de valor,
no lo quería para su uso y decía:
-íSomos pobres y hemos de vivir como pobres!
Con ocasión de su día onomástico, sus antiguos
alumnos manifestaban muchas veces el deseo de
regalarle algún objeto apropiado ((**It5.677**)) a su
persona; pero él les sugería que era mejor
regalaran ornamentos para la iglesia.
Uno que fue encargado de arreglar su habitación
nos refiere estos detalles:
<>-Esto no le sienta bien a don Bosco.
>>Y quiso que se las cambiaran por cintas
ordinarias de algodón.
>>En cierta ocasión un bienhechor llevó al
Oratorio unas camisas
(**Es5.481**))
<Anterior: 5. 480><Siguiente: 5. 482>