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a ejercer su ministerio en la Archidiócesis. Fue
un docto y muy estimado maestro de moral para los
sacerdotes que aspiraban a una parroquia. También
él fue párroco, de Volpiano primeramente, y,
después, de San Agustín en Turín, ((**It5.650**))
desempeñando un cargo de los más elevados en el
clero. Pero siguió siempre muy unido a don Bosco,
por cuyo medio el Señor lo había sacado de la
nada.
Don Bosco le correspondía con afecto paterno,
no sólo porque veía en él el espléndido resultado
de sus muchas fatigas y sacrificios, sino
principalmente porque en él veneraba la dignidad
sacerdotal. Y por el mismo motivo, igual que se
comportó con Reviglio, lo hizo con muchísimos
otros sacerdotes de diversas diócesis que se le
acercaron y de los que se convirtió en benemérito
por sus muchos actos de caridad en innumerables
casos.
Se comprometía en favor de este o de aquel
sacerdote, que, hallándose en necesidad, recurrían
a él y les prestaba su válido apoyo en todo género
de apuros. Muchas veces se sometió a pesados
trabajos para conseguirles protección y defensa
ante el Gobierno, los Obispos y el Papa. En más de
una ocasión logró encontrarles puestos
convenientes a su grado, y hasta acudió en su
ayuda con generosos auxilios pecuniarios.
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Tenemos abundancia de hechos semejantes, mas
por ahora basta lo ya dicho y lo que vamos a
decir. Lo demás vendrá después.
En la diócesis de Ivrea habían proliferado los
ladrones, que despojaban iglesias y altares, sin
perdonar los vasos sagrados que contenían las
especies sacramentales. Rarísimas veces eran
descubiertos.
Por eso el Obispo denunciaba en una carta pastoral
llena de dolor, el 3 de julio de 1857, siete robos
o atentatos ((**It5.651**))
sacrílegos, cometidos en las iglesias de su
diócesis; animaba a los fieles a reparar
honorablemente el mal hecho; recomendaba a los
párrocos que no dejasen en el sagrario vasos de
oro o de plata, hasta les ordenaba que los
vendieran y sustituyeran por otros de metal dorado
o plateado; y ponía en entredicho 1 las iglesias
donde hubieran robado las especies eucarísticas.
1 ENTREDICHO: es una censura eclesiástica, por
la cual se prohíbe a ciertas personas o en
determinados lugares, el uso de los divinos
oficios, la administración y recepción de algunos
sacramentos y la sepultura eclesiástica. (N. del
T.)
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