((**Es5.460**)((**It5.647**)) El rey
Víctor Manuel, que no había olvidado lo que don
Bosco le escribió en 1855, recibió también
quinientos boletos para la Tómbola. De acuerdo con
sus órdenes fueron pagados enseguida por el
general conde de Angrogna.
Un día hablaba el general con el Rey sobre don
Bosco y sus obras.
-A propósito, dijo el Rey, sin acordarse de los
primeros boletos recibidos y pagados. >>No ha
organizado don Bosco una Tómbola?
-Sí, Majestad.
-Pues bien, mandad comprar quinientos billetes
por mi cuenta.
íAyudemos a este pobre diablo de cura! Pero a
condición de que no me vuelva a escribir ciertas
cartas.
El conde de Angrogna no quiso recordar al Rey
los boletos ya tomados; pidió otros quinientos a
don Bosco y los pagó.
El conde, convertido en uno de los mejores
amigos de don Bosco, había ganado también a su
favor el corazón de Víctor Manuel. En efecto, el
Soberano quiso e intentó alguna vez conversar con
don Bosco, pero siempre en vano.
Quiso encontrarse con él en Turín, y mandó un
oficial a anunciarlo, pero don Bosco no estaba en
casa. Tampoco pudo Víctor Manuel apagar su deseo
en Florencia, con ocasión de haber ido allí,
porque se enteró cuando ya el siervo de Dios se
había marchado.
El Rey apreciaba mucho a don Bosco. Hacia el
1867, fue a Génova a visitar a monseñor Charvaz.
Entraba en el despacho del Arzobispo, acompañado
por él mismo y hablando con él. Los que hacían
antesala, entre ellos don Angel Fulle, ecónomo del
Seminario, oyéronle exclamar:
-Monseñor; don Bosco, sabe usted, es un
verdadero santo.
Cayó en aquel mismo momento la cortina de la
puerta y no se pudo oír la respuesta del
Arzobispo, que sin duda coincidiría con la
exclamación del Soberano, conocedor ((**It5.648**)) como
era de las mil formas con que don Bosco
manifestaba su celo por la eterna salvación del
prójimo.
Mientras tanto los abonados a las Lecturas
Católicas, recibieron el folleto correspondiente
al mes de mayo, editado por Paravía: Diario
Mariano precedido de la Conversión de Alfonso
María Ratisbona a nuestra santa fe Católica. El
Diario consistía de dos versos pareados
endecasílabos para cada día del año, en honor de
la Virgen. Era anónimo.
Resultaba muy a propósito para el mes de la
Virgen, a quien amaban los muchachos con tanto
afecto, y don Bosco quería aumentarlo,
(**Es5.460**))
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