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cerrasen porque no podía resistir la luz. Entró
don Bosco y nosotros nos quedamos fuera. Lo que
pasó dentro, nunca he podido saberlo; lo que sí sé
es que al día siguiente, el enfermo comenzó a
quitarse las vendas, a abrir los ojos, a leer, a
levantarse y, por fin, que curó del todo. Unos
días después volvió al Oratorio, y en adelante no
presentó el menor indicio de haber estado enfermo
de los ojos>>.
De vuelta don Bosco a Turín, enviaba la carta
siguiente a don Carlos Gilardi con los últimos
detalles que le habían pedido para conseguir de
Roma la aprobación de su contrato.
Muy apreciado don Carlos:
He recibido su apreciadísima carta y los
encargos que en ella menciona: un libro para el
clérigo Olivero, que le fue enviado; y la comedia:
Il Gianetto, (Juanito) que me gusta bastante y que
verá representar a su primera vuelta a Turín.
También he visto a don Luis Setti, el cual no
puede residir de ordinario en el Oratorio por la
infinidad de clases que tiene que dar a horas
dispares y anómalas. Dentro de unos días le
mandaré la escritura de venta, que el notario
Turvano me ha prometido.
En cuanto a la solicitud a mandar a Roma, no
creo produzca ningún efecto, puesto que en las
condiciones actuales, Roma no puede autorizar a
nadie para otorgar tal poder: ni el Seminario, al
que le fue suspendida la administración, ni el
Economato a quien no se le reconoce dueño. El
señor Dorna, que también necesitaba comprar una
faja en estas condiciones, habló con el abate
Vacchetta y con el Ministerio y le respondieron
que esperase hasta una decisiva respuesta de Roma.
Lo mismo pienso que podemos hacer nosotros.
Por lo demás, estamos mentando siempre a don
Carlos y hemos sentido la novedad de no verle ya
entre nosotros.
Mi madre, todos nuestros clérigos, el señor
Dorna y un buen número de nuestros muchachos le
saludan cordialmente, y yo mientras saludo
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con todo respeto al Padre General, deseo a usted
todas las bendiciones del Señor y me encomiendo a
sus devotas oraciones y me profeso,
De V.S.
Turín, 9 de mayo de 1854
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
Capitán de los pilluelos
La razón de ciertas frases de don Bosco
referentes a la Autoridad Eclesiástica es la que
vamos a dar a continuación.
Un real decreto del 2 de marzo impuso al
Ecónomo, abate Vacchetta, que se encargara de la
administración del Seminario Arzobispal,
transformado primero en hospital militar y después
en almacén de pertrechos militares y forrajes. Al
día siguiente, el Ecónomo, sin decir nada al
Vicario General, se apresuró a presentarse al
Rector, canónigo Vogliotti, y, sin más, le intimó
la entrega de todo el capital(**Es5.46**))
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